jvnavarro

LOS NIÑOS Y LAS GUERRAS

Ya no lloran los niños aquellos
que jugaban en la escuela,
ya no juegan los niños aquellos
que eran de sus padres las perlas,
ya no se siente el alboroto
alrededor de la mesa,
ya nada indica que allí se vuelvan
a oír otras cosas que no sean
los aullidos de los coyotes
entres sus dientes un montón de esquelas.
Artillería pesada, ligera, aérea,
las bombas caían por centenas, decenas,
por millares, por la izquierda
y por la derecha,
por arriba y por abajo,
por la diestra y siniestra,
llegaban envueltas
de odio y mezquindad,
de bendiciones en forma de arengas.
Mueren los niños,
caen sin saber ellos lo que será
el verano que viene ni la primavera,
ni los ojos del cariño,
ni la belleza de la vida,
ni tendrán más familia,
ni será de ellos y ellas
el futuro que se conserva
allí donde el ser humano
asimismo se entrena
para crear más y más fronteras.
No sabrán si el zarzal
trae zarzas moras
ni sabrán ellos si ellas
los quieren 
ni si el amor
con amor es entrega.
Padres que sienten
irse a quienes ellos
en su sangre llevan,
lanzan sus llantos
y se entrenan
para vivir una vida huérfana
de hijos, solo les queda,
la tierra que rompe arados,
que resuella
cuando el agua le falta
y le llega el bombardeo de ideas,
que hace de los hombres
siervos que se entregan
a las causas de los que con ellos
como si fueran niños juegan.
Aquí un verso roto
se jura ser estrofa muerta
y si alguien pica espuelas
se retuerce el poeta
y se lanza tras las sombras
de aquellos a quienes dedica estas letras,
aunque solo sea con la boca pequeña,
que la grande la reserva
para morder los obuses que llegan.