En un día triste y sombrío,
donde el cielo llora lágrimas de añoranza,
se eleva al reino celestial Amantina,
una madre amada, noble y esperanza.
Con su partida, el mundo se desviste,
de su sonrisa cálida y eterna bondad,
mas en el corazón de su hijo persiste,
el amor puro que jamás perecera.
Amantina, madre querida y fiel,
tus abrazos de ternura se desvanecen,
pero tu esencia en cada rincón se revela,
y en los recuerdos del alma permanecen.
En cada viento suave que acaricia mi piel,
siento tu caricia, tus manos protectoras,
en cada rayo de sol que atraviesa el cristal,
observo tu mirada llena de dulzura.
Elevas tus alas en el firmamento infinito,
convertida en un ángel de amor y guía,
mi corazón te lleva siempre conmigo,
en cada paso que doy, en cada alegría.
Amantina, madre amada y recordada,
tu legado de amor nunca se extinguirá,
en cada latido de mi alma, grabada,
y en cada oración, tu nombre elevaré.
En este día especial, te rindo homenaje,
con flores de gratitud y lágrimas de amor,
pues aunque te encuentres en otro viaje,
siempre serás mi madre, mi eterno tesoro.
Que el reino celestial sea testigo,
de tu dulzura y virtud sin igual,
y que en cada estrella se dibuje tu abrigo,
protegiendo a quienes te aman sin cesar.
Amantina, madre querida y sublime,
aunque la distancia nos separe en tiempo,
tu amor en mi corazón siempre se imprime,
un lazo de amor , profundo y eterno.
Que en el reino celestial encuentres paz,
y que tus sueños se hagan realidad,
hoy y siempre, te llevo en mi faz,
madre amada, en mi corazón, tu hogar de verdad.