En un pueblo,
que es mi pueblo,
los domingos
a las once,
las campanadas anuncian
misas a los creyentes.
En un pueblo,
que es mi pueblo,
los domingos,
a las once,
abren las puertas al culto
los cristianos sacerdotes.
En un pueblo,
que es mi pueblo,
los domingos,
a las once,
curas con túnicas blancas
sermón dan a los presentes.
En un pueblo,
que es mi pueblo,
los domingos,
a las once,
se oyen rezos y sermones
hasta que suenan las doce.