Ha llegado la navidad y con ella la ansiedad,
de tenerte cerca, de poder mirar,
no verte como un objeto
de consumo en sociedad.
Este año ha sido duro, para argentinos,
colombianos y hasta venezolanos,
pero sin duda, todos hemos luchado
para llegar vivos al día soñado.
Nos ha tocado una travesía ya trazada
como cuando para el niño Jesús
no había frazada,
ni colchón ni almohada.
La ropita vieja preparada
dice la madre, aguanta esta temporada,
porque Jesús era pobre
y él, de nada se quejaba.
Como estoicos sobrevivimos,
a la caída una levantada,
a las vidrieras solo vamos
a echarle una mirada.
El 24 las estrellas brillan alucinadas,
los cohetones las perturban,
los perros como manadas
huyen despavoridos, de una noche alocada.
Algunos beben chichas, otros limonadas,
aguardiente como agua, para vivir la ratonada,
es tradición insensata, del que no entiende nada,
que Jesús vino una temporada.
Prolongase por un tiempo,
sus milagros asombraban,
las filas eran largas
jornadas de perdonadas.
Y aquí estamos, siglos después,
como si no fuera nada, bebiendo como locos,
toda la temporada, y rematamos el 24
como si la cosa se acabara.
Así somos los latinos,
bullarangosos y ladinos
con la religión cristiana
me perdonan, pero somos sifrinos.