La idea en la mente, incierta o atinada,
no siempre se presenta simultánea,
si bien a veces surge afortunada
tan sólo su presencia es momentánea.
A quien juzga se le hunde cutánea,
y en el docto o el idiota es depravada,
cuando surge es auténtica, espontánea
y afecta a toda moral desahuciada.
En el niño es sutileza, ilusión;
en cambio, en el adulto es fuerza y arma
y como en Dios, es poderosa razón.
Quien porta bien su verbo a todo alarma,
ya que sobre todo tiene aplicación
como cicuta o cruz que así desarma.