Al abrigo de mi canto, duermo en las nubes.
Paso a tener ráfagas de silencios que hablan.
Hay en mí, cantos y ecos, son de querubes.
Y con pasos de tango, mis piernas tiemblan.
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Extraño, aquel ritual tanguero de mi madre.
No es ilusión, son recuerdos, que me llegan.
Cómo no evocar acá, la imagen de mi padre.
Galán de esos que, ante el amor, se pliegan.
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Esto llega a mi recinto y conspira con mi paz.
Ninguno de esos sacros amores hoy, me ven.
Los evoco y mi corazón, aviva así, su compás.
Oigo el tango y mi corazón late, en su vaivén.
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¡Aprecio el amor y la música que, los delata.
Cada nota y cada baile de tango, los retrata!