1.
Este aire me deja cubierto de cenizas, con todo
el peso del tiempo,
llega como si un ángel negro exhalara su odio
desde las oscuras distancias,
mientras una intensa pupila
clavada en el espacio extiende su propio silencio
sobre el mío.
2.
“Yo soy el camino y la luz de la vida…” -decía
el norteamericano-
y la gente oía, lo seguía…
como turba enceguecida atropellando todo,
arrasando todo, como si fuera una de las siete
plagas de la biblia.
“…el que cree en mí, aunque muera vivirá” -decía
otro, un judío, mientras iba disparándole con furia
a sus vecinos, a cualquiera no judío-
y los cementerios crecían, rodeaban la ciudad,
hasta ser la ciudad misma.
Y cuando se juntaban decían (y aun se escucha
el eco):
“…somos del pueblo escogido, el linaje escogido”
Y con “mi lucha” en la mano pregonaban
las bondades del paraíso,
dejando a su paso un rosario de lágrimas,
túneles de sangre
y niños deshabitados, horriblemente mudos.
3.
Es la historia que se repite, con toda su barbarie,
con todos sus diciembres
que Dios debe estar revolviéndose en su tumba.