Te conozco y lo sabes: tan diferentes somos
que somos casi iguales, salvo en el tiempo
impávido del paso de los años…
¿Por qué tengo en mi mente la predicción de mundos
que llevan al presagio de mil cosas sin rumbo…?
No pedí esta potencia que tengo desde siempre,
y si pretendo obviarla, se solivianta siempre:
tan pronto escucho cánticos de paz y de nostalgia
como me llegan ecos de vértigos boreales…
Todo yo me asumo a mí mismo,
y aunque quisiera ser espíritu callado, como gozne de ermita,
resulto ser de carne, con el alma y el ímpetu de un amante insensato…
Las dos caras del hombre, se muestran en mi frente…
Y aunque quiera escaparme, me retienen tus ojos
de gata ensimismada en mis caricias tenues.
La losa de tus besos desmedidos y agrestes,
acaba por dejarme desarmado en mi suerte,
y me vences sin fuerza, con tu aliento de sílfide...