Nunca he pretendido mover montañas
cargando piedras bastas y pesadas
en la albarda altiva de mi pensamiento;
guijarros porteo en mi sentimiento
de un río que no impone acogimiento
en sus aguas subjetivas y anunciadas.
Mis rocas, si son algo, son pestañas
en los ojos cerrados de los versos
que escribo con secreto en mi diario.
No busco componer ni un diccionario
ni un catálogo de ideas personales
que sean repertorio de razones.
Mis escritos míos son, no son cadenas
tratando de apresar los corazones.