“Ha pasado el tiempo”…, es un lugar común, una frase tantas veces escrita para describir la ausencia distante.
Para mensurar esa distancia, acudimos al calendario y veo que son 357días, son demasiados, quizá hasta se olvidaron de mí y mis presuntuosos escritos.
De tanto en tanto, los releo con cierto pudor, topando a los personajes pretendidamente humanos…, tan humanos que me provocan cierta envidia.
Pueden decirme que la inocencia de los mismos me delatan, pero ya no me queda inocencia, tras haber vivido demasiado tiempo en observancia de este escenario disparatado que trueca constantemente, con inadvertidos actores sin autor aparente.
Y cada uno de nosotros, somos algún tipo de actor, unos figuras principales y otros, entre ellos me considero, actores de reparto.
A esta altura de la lectura, veo que decae la atención del circunstancial lector, es entonces que debo desencadenar una de esas desconcertantes alternativas, en este relato.
Quizá una sombra furtiva, que se muestra adrede, creando un desenlace inquietante.
Pero no, nada sale de una cotidianidad previsible, como una condena eterna, impuesta al reo que se encuentra en uno.
Hace mucho que no escribo, en esta ocasión por una causa que me absorbe la posibilidad de transitar mis mundos internos, la salud de mi hijo, demanda la vitalidad escasa que me queda.
En el final de todo acto, se debe ser elegante en el desenlace, objeto de la razón que llevan estas letras, por consideración a ustedes.
Estamos ya sobre las fiestas de fin de año y esa catarata de buenos deseos, que disparamos a diestra y siniestra, como si estuviésemos en una trinchera ucraniana…, nos llevaría a la aniquilación de la realidad.
La mala noticia, es que se están terminando las balas y solo me queda un leve temblor en las manos que aprietan con inutilidad este gatillo virtual, que es el teclado.
Pero siempre queda algún parque de munición abandonado por alguien que ya no puede expresar buenos deseos.
A ver…, “ que la familia se reúna, recordando el humilde nacimiento del hijo de Dios”, “ Paz, pan y trabajo”, “Los mejores deseos de amor, para estas fiestas”….. tantas son las fórmulas, que difícilmente pueda ser original en esta ocasión.
A nadie de este sitio, conozco personalmente, pero algunos han dejado el alma expuesta, tal como creo haberlo hecho yo.
Lo mejor para todos, que los buenos deseos moje la tierra sedienta de abrazos y que nuestros pensamientos, comulguen hermanados en el amor al otro.
Solo se me ocurre esto y la promesa de brindar por todos ustedes.
Cierro los ojos y llegan a mi esos aromas de navidad
el pesebre que mi madre armaba en el hogar
el árbol con infinidad de caireles y esa alargada estrella de cristal
Veo a mi padre y su entusiasmo ante la celebración
quizá idealizando lo que no tuvo de niño.
Mis hermanos mayores, deambulando afanosos por dulces
y yo aún tan pequeño, que solo podía observar
ese pesebre iluminado
con una cascada colmada de brillos
y los animales mansos, todos mirando al niño nacido.
Abro mis ojos y el hoy llega como una tormenta
queriendo regresar una vez más a ese pesebre
con un niño y su esperanza aparente en lo imposible.
Un fuerte abrazo
Esteban