¿Recuerdas esa tarde
cuando el primer beso te intenté robar?
Me detuviste, me miraste y me dijiste:
no lo hagas, sé que de tu corazón me voy adueñar.
Una advertencia que pasé por alto
y no me detuve a pensar;
yo ya estaba de ti enamorado
y por el brillo de una ilusión me dejé llevar.
Tomé tu mano y a tu lado empecé a caminar
aún con el sabor de ese beso en mis labios,
ingenuamente empezamos a soñar.
¿Cuántos besos hasta el día de hoy te he robado?
Dime si los dejaste de contar;
pues yo todos los he guardado
y nunca de mi corazón los dejaré escapar.
Daniel Escamilla.