Aferrada a los corpúsculos
más viscerales, engulles
la alegría repelando bien
el hueso y absorbes
el ánimo sin guarnición
ni aliño. Insaciable comensal
de soles y de lunas.
Devoras la esperanza para
excretar melancolía.
bajo tu voraz entelequia
han caído las mayores emociones
y la pena te es indigesta.
¡Ay si también te comieses la pena!
Sería cosa de gran alegría
que la tristeza fuera tu entremés.