He visto la negrura de la angustia retratada.
Hice silencio, para no llorar, por esta visión.
Muy claro grité: Yo no quiero comprensión.
Ahora, estoy sumergida en una encrucijada.
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Para las penas del alma no estoy preparada.
En cada casa, asiste la tristeza y conmoción.
No tienen que ver en ello, la fe o la religión.
Hoy, ante el mal, la gente, parece adaptada.
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Hago silencio forzado y muchos, me señalan.
Unos adoptan, el silencio cómplice o la nada.
Veo, no entienden que, con su mutis, avalan.
Deduzco y analizo pero, no estoy, iluminada.
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Por ahora, todo el discernimiento, vacaciona.
Son pocos los que, seriamente, se aparecen.
No miden lo que su inercia y apatía ocasiona.
Huir ha sido la salida, pero muchos, perecen.
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¡Fue y es la Cruz, el canjear, espejos, por oro.
La vil maña cobró vida, en un diabólico coro!