Nunca se dice adiós
mientras se ama.
—Francisco Pino.
No te olvido.
No pretendo olvidarte,
no te olvido,
no busco olvidarte,
no te olvido,
me acompaña tu recuerdo,
no te olvido,
no quiero olvidarte,
no te olvido,
no puedo, persistes
en mi mente, tu sonrisa
incrustada en mis anales,
no te olvido,
tu ojos de azabache,
tu ingenio, tus gafas
medio rotas, tus miedos,
tu desengaño, tu resignacion
esperanzada, no te olvido.
No te olvido, no puedo,
tu eterna crema de mañana,
tu pastillero, tu depender
de la sustancia para seguir vigente,
tu alegría, tu posesividad, tu reserva
a ser quebrada por dentro, tu fragilidad,
tu inmensa fortaleza, tu todo.
No te olvido ni quiero,
ni debo dejarte pasar
sin pagar peaje, quédate.
Si vienes por mi fonda entra,
pide habitación doble con vistas,
solo para un fin de semana,
desnúdate en cuanto te acomodes,
no pierdas tiempo que no lo hay,
espera a que llegue que estoy
al llegar y perfúmate de optimismo.
Quédate el tiempo suficiente
para bebernos profundo,
para que tu olor, casi inexistente,
se me pegue a la pituitaria
y nunca me abandone, no me dejes.
No te olvido, soy tuyo de por vida,
y aquí te espero, en medio de la niebla,
en esta estación de lejanías
donde el tren pasó y no se espera
que retorne a su andén, casi es tarde.
Fui irremisiblemente tuyo
desde el momento en qué,
afeitadora en mano, limpiaste
de broza mi pubis, enmarañado,
con tanta maleza de por medio
que apenás quedaba espacio
para tus besos, tu succión lenta.
No te olvido, cariño.
Sé que tu fuente me espera,
que me ofrecerás agua fresca
y que beberé sediento de tu acequia.
Pero ahora es verano, tu agua escasea.