Mientras rodaba...
oscuros pensamientos asomaron a mi mente
perlando de sudor mi frente.
Vi de pronto acercarse bajo el crepúsculo amarillento
una figura encorvada, de mirada extraviada
de caminar vacilante, de rostro macilento,
y sentándose a mi lado, pude escuchar que musitaba
primero una plegaria seguida de un lamento.
Imploraba, apretando los dientes
que a su lado volviera
el amor que tanto quería,
en quien su fe puso un día
esperanzadamente.
Sintiéndose impotente
golpeaba con el puño el aire
reclamándole a la vida
el por qué del sufrimiento:
¿será por tanto amarla?... se preguntaba
y el mismo se respondía:
¡no! aquello no era motivo de castigo.
No pudo más...
escondió el rostro entre sus manos
su cabeza fue inclinando
y cayó de rodillas;
lo miré compadecido
y quise brindarle consuelo,
a sus penas asocié las mías
por sus palabras vertidas.
Cuál sería mi asombro
cuando al estirar mi mano
para posarla en su hombro,
en medio del desvarío
vi que su rostro era el mío.
¿Qué sucedía, qué pasaba?...
es que así mi vida vi reflejada
mientras rodaba...por mis mejillas,
una lágrima viva.
Lágrima que de repente
convirtiéndose en torrente
formó un largo río,
con el deseo pretendido
de que su corriente
me lleve a estar contigo.
Mi vida siguió reflejándose
y ya con el corazón roto,
¡te amo! grité como un loco
mientras rodaban...por mis mejillas,
torrente de lágrimas vivas.