Se vistió de payaso.
La llenó de sonrisas.
Y para impresionarla,
luego fue trapecista.
También hizo poemas
con los versos del alma.
Los leyó sin gran pena
y logró deslumbrarla.
Luego la hizo de mago
y con poca destreza
muchas flores en ramo
le obsequió a la princesa.
Y un buen día de gloria,
cuando el corazón arde,
le pidió ser su novia
en la banca del parque.
Esa tarde de enero
volaron mariposas.
Ella dijo: te quiero,
un poco temblorosa.