Esta ilusión difuminada
que proyectas de ti,
encumbrada en espejismos,
distantes a la realidad.
Desemboca una falacia
constantemente repetida,
apropiándose de tu vida.
El acto de conocerte
te provoca una incertidumbre
que a su vez te seduce,
deseando adentrarte,
pero esto te aterra.
Temes encontrarte,
o reconocerte,
no crees saber quién eres,
tampoco aceptas desconocerte.
Nadas, flotas y te ahogas
en un limbo automodificante,
un laberinto donde arrojaste
aquello que llamas “tú”.
Has aniquilado la semilla
que floreció tu identidad
primigenia, esencial.
Te abandonaste al mundo
extirpando las raíces
incubadas en el seno
de tu núcleo vital.
Totalmente vacío y libre.