Es viernes y te espero, como cada viernes de por medio, o casi, pero eso ya no importa. Hoy es viernes y voy caminando a tu encuentro en el puente del río Anisacate, el río que está tan triste sin tu presencia. No voy sola. Como de costumbre, me acompaña mi pequeño de cuatro patas, negro como el ónix. Abordo el puente y te aguardo en la ribera del río. Aunque sé que no vas a llegar, hace calor y te espero. Te quedarás hasta el lunes, ya que ese día será feriado y no tendrás que ir a la escuela a dar clases. Claro, el próximo lunes es Navidad, así que vas a estar en casa como cada Navidad. Ya armé el arbolito que tanto amas y él también te espera.
Onix mira, de pronto, hacia la otra orilla y te diviso acercándote, con tu andar inconfundible. Y es lógico, si te conozco desde que naciste, o mejor dicho, desde antes, cuando sentía tus movimientos en mi vientre. Te me adelantaste en la partida y ¡cómo me cuesta aceptarlo! Tal vez un día lo logre, algo más adelante, tal vez… Pero hoy, hoy te veo llegar, solo que Onix no festeja tu acercamiento, agitando sus patitas en el aire, como lo suele hacer. Pero yo te veo, con esa sonrisa a medias, con tu mirada algo cansada del trayecto y de venir arrastrando el trajín de la semana, con tu largo cabello lacio recogido, cubierto en parte por el gorrito para protegerte del sol, ese sol que despliega una oscuridad infinita. Me apresuro a ir a tu encuentro pero no puedo abrazarte, no puedo besarte y no logro entenderlo del todo. En la galería de casa hemos colgado, en forma provisoria, la araña que te tanto te gustaba, esa gran lámpara de techo de la familia que quisiste retener, aunque no tenías lugar para colocarla. Sus cristales tienen un brillo especial y en cada una de sus facetas estás. Pero así eras, te gustaban las cosas antiguas, así como coleccionar postales de los diferentes lugares visitados (a veces hemos estado juntas) o que te traíamos de regreso de algún viaje.
Esta Navidad sé que estaré algo triste sin tu presencia física. Pero me reconforta, en parte, saber que igual vas a habitar mi hogar, estarás en cada lugar de la casa, bailarás como el año pasado, en la galería con tus hermanos y cuñados. Entonces levantaré la copa para saludar tu no ausencia y brindaremos juntas, desde la tierra al cielo y desde tu estrella hasta mi mesa.
¡Mavi, hija querida, por siempre en mi corazón!
Susy Espeche
22- 12- 23