A este amor escurridizo
amalgama de agua y sol,
de tierra fértil y caminos,
frutos del bosque es su sabor;
se va vistiendo de aire y espadas,
no se queda ni tampoco se va,
quiere cruzar el cielo y en escalada,
detenido en el tiempo y en el umbral.
Retazos, tus acordes y mis pinceladas
de nuestro inconsciente, tuyo y mío,
el hilo de mis versos cosen el mándala
con el rojo que unió nuestros destinos.
Serás vos, serán esas tacitas de vino
lo que pone a prueba mi frágil cordura,
será por los dos y por lo que fuimos
que hoy ves en tu guitarra mi cintura.
Y porque ayer me rompí en mil el alma
hoy ves en mí a una mujer entera,
si me ves con las alas desplegadas
es porque ayer me las dio la tormenta.
Es que juro que lo sé, ¡lo sé!
y no sé ni cómo ni por qué,
lo sé en cada fibra de mi ser,
mi alma a la tuya sabe reconocer…
Así guardo aún tu recuerdo
tan melancólicamente insaciable
como el color de ciertos sueños
o como felices pasajes musicales.
Ay, así llego a mi desborde
pero me voy a contener,
si casi rimé con tu nombre
en la M emoria de mi piel.
Ceci Ailín