Noche de luna llena, corona de espinas,
alumbra en vela, hacia aquel de Galilea.
Predicador del desierto, rey de las arenas,
su corazón se llena de aquella bondad plena.
Tesoro de muchos, hambre de aquellos,
nunca supieron, nunca quisieron
entender a aquel predicador de Galilea.
El hombre muere, su maldita tierra emerge.