opiatil

DESPEDIDA

La mar en calma de tus bellos ojos
me enamoró de golpe; sin saberlo,
fui otro loco que viaja de la nada
al mundo que se encierra en un suspiro.
 
Lo sé, no será fácil que me cure
de esta mala costumbre de soñarte,
aunque cada ominosa pesadilla
te la debo, mujer de hondos silencios.
 
Imagíname aquí, donde no estás,
cabizbajo, en mi lúgubre refugio;
a mi lado estará solo mi sombra,
recorriendo este barrio sin jardines.