Parece la vestal que al templo asiste
vestida de pudor y de inocencia;
a darle al Dios Amor la reverencia
con dulce candidez que la reviste.
El sueño de tenerla en mi subsiste
al ver en su pupila incandescencia;
y late el corazón con impaciencia
pensando que perderla no resiste.
¡Es tanta su belleza y su ternura
que lleno de ilusión mi frente inclino;
mirando de su rostro tal albura
que tiene el resplandor de lo divino;
y sueño de su boca la dulzura
que tiene del Edén el sacro vino!
Autor: Aníbal Rodríguez.