Se me escapa el verso
como una nube por la esquina de un lienzo.
Como las aves de paso.
Por eso nunca supe
con que viento vuela, la lechuza del tiempo,
que me lleva cada letra
en cada noche oscura que ni estrellas tiene,
en la piel de las edades de esa carne
que dibuja una -eme-,
con cinco dedos en su volante
y la suerte renqueante.