A veces cuando rompes el vestido
de tu frágil inocencia desatas
un animal en celo en mi escondido
de urgencias e intenciones insensatas.
Cuando miles de flechas de Cupido
van abriendo en tu cuerpo cataratas
voy persiguiendo el mar y el alarido
y me pierdes, me abismas y me matas.
Cuando eres tan mujer, tan pasional
tan volcán, tan harén, tan seductora
tan envuelta en pecado, tan carnal.
Aunque late mi sed a mil por hora
mi corazón se para en el umbral
de tu boca allí donde se enamora.
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