Aún postrado en una silla de ruedas, puedo ver una felicidad en sus ojos
que por momentos no acierto comprender, y como no acierto comprender
mejor escribo, como si fuera el.
Sentado en el jardín observo
como el aroma del rosal me dulcifica,
como la voz del ayer se hace bruma
con lágrimas que adoraban mocedades
entre ocasos del pasado con premura.
Puedo imaginarme
corriendo frágil, enjundioso e inocente
una mañana,
por un camino con trigales florecidos
bañados de humedad
encendidos con sol de mayo.
Deseo ser más que tan siquiera un cuerpo
con afluentes cotidianos de esperanza,
un deseo que acarició
con manos trémulas al ángel de la vida
pidiéndole trozos pequeños de mística ilusión
cuando escucho repicar las campanas
que impregnan
canto de alboradas en la piel.
Agradezco al silencioso encanto de la dicha
pulir mi sonrisa con su tino,
a los días que llevo sin claudicar
prendidos a la solapa de mi cuerpo
y al calendario impregnado de primaveras
haber auspiciado paraísos castos
a mis sueños.
A volar sin alas, ya que en esta silla
Dios me mostró que, para ser feliz,
solo se precisa tener fe,
Autor...reh