Por la mañana,
con la claridad del alba
tu corazón lleno de pétalos
que circundan sus aristas,
llenas de esperanza,
se levanta esperando un día teñido
de rojo pasión, de fecundas luces
que iluminan tus acciones
como espigas que el viento guía
cuando las mece dulcemente.
El sol te acaricia, la cara, tus manos
tus cansadas piernas;
incluso doran las caricias
de tu alma, aún somnolienta
después de una noche vaga
de mansedumbre a las estrellas
y a los luceros del alba.
Este día lindo, alegre
como la rosa y el clavel
alegran los arriates de tu vida,
esplendorosa
con cánticos celestiales,
con ilusiones en las sendas
que tendrás que recorrer hoy
buscando florecer
como florece la naturaleza
o el firmamento
con sus racimos de estrellas.
Florece con tu amor
en una carreta de hierro
fuerte, segura, pisando
sendas de felicidad
en el día que deben arder tus pupilas
brillantes como fuego,
tus labios dulces como el algodón,
tu pecho turgente, alienta
tus deseos más sutiles y carnales,
complementa a tu pubis
sediento de pasión.
Este día nunca perecerá de tu recuerdo
como no perecen los arcos iris,
ni las auroras boreales,
ni la belleza de la naturaleza
se conservará en el baúl de tu mente
y tu corazón dejará la somnolencia
y se activará hasta que el día muera
y aparezca la noche.
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