En el ambiente de las frases íntimas
el amasiato se apropia lo ajeno.
¡Prohibido!
dicen quienes no se atreven
o tal hayan padecido,
y quienes juzgan no han amado.
Noches y situaciones robadas
por no encontrarlas con el marido.
Más que conyugal sustitución
es la entrega sin costumbres.
¿Por qué entonces, marido,
a lo que vuelves hielo
y ahora das por mecanismo,
por fuera eres brasa y ritual?
El papel que ahora asumes
represento yo para tu esposa;
y al igual que tú,
como a otras vas,
yo a tu mujer, voy.
¿Quién es pues el engañado:
el que da por fuera
lo que no motiva en casa recibir?
¿o a quien en casa apagas
y de otro obtiene
la misión que tú frecuentas
y propicias a otro acariciar?
Seas tú o ella soy el ganador,
pues como el ama al amor,
soy quien provoca y recibe
lo que fácilmente cuesta enardecer
y que para ti es ya dificultad.
¿Por qué?
La amo,
y se me entrega a veces.
Y tú,
teniéndola a diario
y por ser igual que yo,
no la posees ni la retienes ¡nunca!
Libro: Sentencias breves, 1991