Andando por la ruta
me encontré en un recodo
una escena enriquecedora,
nutritiva para el alma
Judas derramaba llantos
implorando perdón de su Maestro
justificando que él ignoraba
el alcance de la ignorancia
de los maestros de la Ley,
pues el mismo había errado
en la interpretación de la Palabra
El Maestro, como siempre
trazaba grafos en el polvo
y una sonrisa iluminaba su rostro
su mano se apoyó en el hombro
de aquel Judas compungido
y con la voz emocionada
de quien ha culminado su proyecto
dijo al arrepentido
¡todo está consumado!
¡hemos logrado lo planificado!
¡el mensaje ha sido entregado!
y apoyando la mano en su hombro
vi que los instó a avanzar
mientras le repetía triunfante
¡Vamos, es hora de descansar!
Un torrente de emociones
invadieron mi mente,
pero si ese era un traidor
merecedor del peor de los infiernos
por traicionar a su Maestro;
para mí, su suicidio era poco;
esperaba verlo ardiendo
en el fuego del más profundo infierno
Porque a mi eso me enseñaron
Judas era un sinónimo de demonio, traidor,
algo malo, lo peor…
porque me enseñaron a vivir
a partir de los demás
y no a partir de mi
y de mi propio plan
Y entonces me pareció
que el dialogo presenciado
había sido conmigo
¿sin Judas, hubiera sido posible la crucifixión?
entonces entendí
que había un Plan
donde cada cosa encajaba
porque los doce apóstoles
no eran sujetos en si…
eran la imagen,
de mis agregados,
de mis interpretaciones,
de mis pecados
Entonces asomé mi rostro al remanso
y contemplándome
me susurré a mi mismo
¡deja de ahorcarte Judas!
mejor empieza a trazar tu plan