Reb Liz

Un Profesor Encantador: CapĂ­tulos 1, 2, 3, y 4

Capítulo 1: Primer día de clases

 

Narra Brenda

 

A las 6 am, como de costumbre, ya estaba despierta. Hice mi cama, me bañé y procedí a preparar el desayuno. Mis padres se levantan a las 6:30 am y mi hermana a las 7 am, así que cuando se despiertan, el desayuno ya está listo.

 

A las 6:30 am, justo después de terminar mi desayuno, mis padres se levantaron.

 

- Buenos días, mamá. Buenos días, papá - los saludé con una sonrisa.

 

- Buenos días, Brenda - respondieron mis padres al unísono.

 

Recogí mi mochila y me preparé para salir.

 

- Me voy a la escuela - anuncié con una sonrisa.

 

- No entiendo por qué siempre te vas tan temprano, las clases comienzan a las 7:15 am - comentó mi mamá con tono serio.

 

- Ya sabes que me gusta llegar temprano para tener tiempo de ir a la biblioteca y leer - expliqué con timidez.

 

- Tú y tus libros, hija. Está bien leer, pero no debes vivir solo en los libros - agregó mi papá con seriedad.

 

- Nos vemos cuando salga de la escuela - me despedí con un tono de tristeza, les di un abrazo a mis padres y salí.

 

Llegué a la escuela y, como siempre, fui la primera alumna en llegar. Ni siquiera los profesores llegan a esa hora. Los únicos que llegan antes que yo son el director y la bibliotecaria.

 

- Buenos días, señor Kabana. Buenos días, señora Arriaga - saludé al director y a la bibliotecaria con una sonrisa.

 

- Buenos días, señorita Brown. Como siempre, eres la primera en llegar - me respondió el director mientras abría las puertas de la escuela.

 

- Buenos días, señorita Brown. ¿Qué libro planeas leer hoy? - preguntó la bibliotecaria con una sonrisa.

 

- Hoy tenía ganas de leer Orgullo y Prejuicio de Jane Austen - respondí sonriendo.

 

- Pero ese ya lo has leído muchas veces. Bueno, en realidad has leído todos los libros que tenemos en la biblioteca - comentó la bibliotecaria, sonriendo.

 

- Lo sé, lo he leído muchas veces. Pero es mi libro favorito - dije, sonriendo. Las puertas de la escuela se abrieron y me dirigí a la biblioteca con la bibliotecaria.

 

- Hasta luego, señor Kabana - me despedí mientras me alejaba.

 

- Nos vemos más tarde, señorita Brown - respondió el director con una sonrisa.

 

Estaba en la biblioteca, a punto de tomar mi libro, cuando sentí una mano sobre la mía. Ambos habíamos alcanzado el libro al mismo tiempo. Me di la vuelta y vi a un chico con ojos azules, cabello claro y una mirada cautivadora.

 

- Disculpa... quería leer este libro, pero tú lo agarraste primero, así que buscaré otro - dijo el chico con una sonrisa.

 

Era de tez blanca, cabello castaño y de aproximadamente 1.57 metros de altura.

 

- Bueno... yo lo tomé primero, pero puedes leerlo si quieres. Yo puedo elegir otro, hay muchos libros que leer... Cada libro aquí es un mundo que vale la pena explorar - dije con timidez.

 

- Tengo una idea, ¿qué tal si lo leemos juntos? - sugirió el chico con una sonrisa. - Mucho gusto, soy Alan Freeman - se presentó, extendiendo su mano.

 

- Me parece una gran idea. Mucho gusto, soy Brenda Brown - respondí, estrechando su mano.

 

Nos dirigimos a mi rincón favorito de la biblioteca, un lugar apartado con un sillón cómodo. Me encantaba ese lugar porque podía sumergirme en la historia que leía sin interrupciones.

 

- Este es mi lugar favorito. Siempre leo aquí - dije, sonriendo.

 

- Me gusta... es un lugar aislado, ideal para leer sin interrupciones. ¿Te gusta mucho leer? - preguntó, mirándome a los ojos.

 

- Me encanta... La literatura es mi pasión.

 

Nos sentamos y leímos juntos, compartiendo nuestras ideas sobre el libro. Cuando terminamos de leer, hablamos de cosas interesantes para conocernos mejor: música, libros, arte. Estaba emocionada, por fin estaba conversando con alguien que pensaba igual que yo. Sin embargo, nunca mencioné mi edad, ni él la suya. Supuse que era un estudiante universitario. Miré la hora y noté que estaba a punto de sonar el timbre para el inicio de las clases.

 

- Mira la hora, pronto sonará el timbre para las clases - dije, sonriendo. Y justo en ese momento, sonó el timbre.

 

- ¿Siempre eres tan perceptiva? - preguntó, sonriendo. - Siempre suena a esta hora - respondí, sonriendo.

 

Me estaba despidiendo para ir a clases. Planeaba darle un beso en la mejilla, pero él giró la cara y el beso fue en la boca. Inmediatamente me retiré, cubrí mi boca y bajé la mirada, nerviosa.

 

- Tranquila, no hay problema - me tranquilizó. Levantó mi cabeza y me besó. Sonrojada, correspondí al beso.

 

- Espero verte pronto, Alan - le sonreí y salí de la biblioteca, dejándolo solo.

 

Narra Alan

 

- Guau, ¿quién es esta chica? - dije, fascinado. Su presencia había dejado una impresión duradera en mí. Su amor por los libros, su sonrisa, todo en ella me intrigaba. Sentí una conexión instantánea, algo que nunca había experimentado antes. Había algo en ella que me atraía, algo que me hacía querer conocerla mejor. En ese momento, supe que quería verla de nuevo, quería conocerla más. Con una sonrisa en mi rostro y el corazón latiendo con anticipación, salí de la biblioteca, emocionado por nuestro próximo encuentro.

 

Narra Brenda

 

Eran las 7:15 de la mañana y sabía que tenía una larga jornada de clases por delante. La primera era Matemáticas con el Profesor Miller, seguida de Física con el Profesor Kendall a las 8:15, luego Química con el Profesor Bennett a las 9:15 y así continuaba hasta llegar a las 10:15, hora de la clase de inglés con la Profesora Baker. Pero la que más esperaba era la clase de Literatura a las 11:15, mi materia favorita. Escuché un rumor de que tendríamos un nuevo profesor y esperaba que fuera alguien que disfrutara tanto de la literatura como yo.

 

Estaba escribiendo en mi cuaderno cuando entró el nuevo profesor y pude escuchar los suspiros de mis compañeras que murmuraban \"Ay, es tan guapo\".

 

- Buenos días, jóvenes, soy su nuevo profesor de Literatura - dijo mientras escribía su nombre en el pizarrón.

 

Yo quedé sorprendida al escuchar su voz, era una voz que conocía.

 

Despacio levanté la mirada y me quedé paralizada al ver el nombre que estaba escrito en el pizarrón:

 

Alan Freeman

 

 Era él, el chico con el que había compartido una tarde en la biblioteca.

 

- Ese es mi nombre, soy graduado de la Universidad de Nueva York, y espero ayudarles en esta materia que es tan importante - continuó Alan.

 

De repente, Alan se volteó y se quedó paralizado al verme. Tartamudeó y tragó saliva antes de continuar hablando.

 

Yo no sabía qué hacer, así que decidí bajar la mirada apenada, me di cuenta de que había besado a mi profesor.

 

- Es muy interesante - dijo Alan, intentando disimular la situación.

 

La clase continuó y Alan habló sobre la importancia de la literatura, compartiendo su pasión por los libros. Estaba emocionada de tener a alguien que compartiera mi amor por la literatura como mi nuevo profesor.

 

Alan siguió hablando, mientras yo procuraba evitar levantar la mirada debido a los nervios que sentía. De repente, se me cayeron todos mis libros al suelo y el ruido llamó la atención de todos en la clase.

 

- ¿Algún problema, señorita Brown? - preguntó Alan.

 

Todos se quedaron viéndome y me sentí avergonzada. No sabía cómo reaccionar, así que solo recogí mis libros y bajé la mirada.

 

\"Primer día de clases\", reflexioné en silencio. Con la certeza de que este año escolar prometía ser interesante, especialmente con la presencia del Sr. Freeman como mi nuevo profesor de Literatura, sentí un cosquilleo de anticipación.

 

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Capítulo 2: Conociendo a mi profesor

 

Narra Alan

 

Mientras hablaba sobre la importancia de la literatura, noté que Brenda estaba nerviosa y evitaba mi mirada. De repente, se le cayeron todos sus libros al suelo y el ruido llamó la atención de todos en la clase.

 

- ¿Algún problema, señorita Brown? - pregunté con calma.

 

Todos se quedaron viendo a Brenda y me miraron a mí, pero no tardé en darme cuenta de que había llamado a Brenda por su apellido sin haber pasado lista todavía.

 

- Lo siento, señorita Brown. Sé quién es porque está en el cuadro de honor - dije con seriedad, tratando de arreglar mi error.

 

En realidad, había inventado eso de los nervios, pero resultó que no era tan mentira, ya que había fotos de ella en la vitrina y el mural de honor. Por eso los estudiantes no dudaron cuando dije eso.

 

- ¡Típico! - exclamo, el chico rebelde. - Todos conocen a la cerebrito, el mural está lleno de fotos de ella como mejor estudiante en todas las materias, la vitrina de trofeos está llena de trofeos con su nombre, y no olvidemos la vitrina de medallas también con su nombre.

 

- Hay algo que quisiera compartir con la clase - dije con un tono afable, tratando de cambiar el tema.

 

- ¿Cuál es su nombre? - pregunté con amabilidad, al chico rebelde.

 

- Jackson Lane - respondió con una mirada desafiante.

 

- Bueno, Jackson Lane, te haré un reporte de atención y esto irá a tu expediente - dije mientras agarraba una hoja y la firmaba.

 

- Y esto va para todos. Cuando escucho que se burlan de algún compañero, estamos aquí para aprender, no para hacerle bullying a nadie. ¿Está claro? - pregunté con un tono afable.

 

- Sí, profesor - respondieron todos al mismo tiempo.

 

Narra Brenda

 

Bajé la mirada sonriendo, agradecida de que Alan me hubiera defendido. No podía quitarme de la cabeza el beso que nos dimos, pero sabía que estaba mal. Él era mi profesor y yo era su alumna.

 

Alan se sentó en su escritorio, sacó una carpeta y comenzó a pasar lista. Luego, sacó unos papeles de su portafolio y empezó a repartir uno a cada uno.

 

- Este es un cuestionario. Me gustaría saber su nivel en Literatura para poder saber quién necesita más ayuda y quién no - dijo Alan con un tono autoritario.

 

Todos comenzaron a hacer el cuestionario. Miré alrededor y vi que algunos estudiantes se oprimían la cabeza. Para mí, el cuestionario era como un juego de niños. Podría terminarlo en cinco minutos.

 

Pero esta vez, no quería terminarlo tan rápido. No quería ser la primera en entregar, así que me tomé mi tiempo y lo hice lo más lento que pude. Aun así, terminé primero que los demás.

 

Traté de demorar la entrega todo lo que pude, pero noté que empezaron a mirarme. Se dieron cuenta de que ya había terminado y que por algún motivo estaba retrasando la entrega. Así que decidí sacar una hoja aparte, escribir una nota y entregarla junto con el cuestionario a Alan.

 

- Aquí tiene, profesor Freeman. Ya terminé – dije mientras le entregaba el cuestionario.

 

- Muchas gracias, señorita Brown. Puede sentarse – dijo Alan mientras tomaba mi trabajo y sentía sus manos sobre las mías.

 

Me senté y observé desde mi pupitre cómo él leía la nota. Después levantó un poco la mirada y me miró con unos ojos que transmitían ternura, como diciéndome que sí. La nota decía:

 

\"Necesito hablar contigo después de clases. Por favor\".

 

- Tienen poco tiempo para terminar el cuestionario – dijo Alan mirando su reloj. Yo saqué un cuaderno y empecé a escribir. Por alguna razón, solo podía pensar en Alan y sin darme cuenta, empecé a escribir su nombre con mi apellido y mi nombre con su apellido.

 

Cuando sonó el timbre para el recreo, antes de que comenzara la clase optativa, todos empezaron a levantarse para entregar el cuestionario. Yo rápidamente cerré el cuaderno para que nadie viera lo que estaba escribiendo, lo guardé en mi mochila y luego salí del aula esperando a que todos salieran. Cuando todos salieron, esperé un momento y entré otra vez.

 

- Hola – dije mirándolo a los ojos con timidez. Él me miró y noté en su mirada una mezcla de amor y temor. Por un momento sentí que quería abrazarme y por otro lado sentí que quería alejarse de mí.

 

- Yo no sabía que eras estudiante. De hecho, lo que dije de que vi tu foto era mentira – dijo Alan con una mirada triste.

 

- Creí que eras profesora. Te vi llegar cuando la escuela recién estaba abriendo. Solo estaban el director y la bibliotecaria – suspiró Alan aún más abatido.

 

- Bueno, yo siempre vengo temprano para tener tiempo de ir a la biblioteca antes de entrar a mis clases. Yo me imaginé que eras mayor que yo, pero creí que tú eras un estudiante universitario – le dije mientras mis ojos se posaban en los suyos.

 

- Mira, eres increíble, Brenda. Cuando te conocí, me pregunté \'¿Dios, quién es esta chica?\' Pero en realidad, no fue ese momento el que me impactó solamente. Cuando te vi llegar a la escuela, tú no me viste, pero yo estaba llegando. Me detuve un momento a lo lejos y te observé a la distancia. Estabas hablando con el director y la bibliotecaria – continuó Alan.

 

- Me dije, \'Dios, es la chica más hermosa que he visto\'. Luego, cuando entraste a la escuela, te perdí de vista y lo único que pensaba era en cómo encontrarte. Por algún motivo, decidí ir a la biblioteca. Al llegar, decidí leer uno de mis libros favoritos sin imaginarme que mis manos chocarían con las manos de la chica más hermosa del mundo. Y cuando tuvimos la oportunidad de hablar, mi fascinación aumentó. Y cuando te fuiste, me sentí como un idiota porque ni siquiera te había dado mi número. Lo único que tenía en mi mente era reencontrarme con esa chica – dijo Alan con una mirada que transmitía amor cuando hablaba.

 

- Yo me acerqué despacio hacia su escritorio. Con timidez y con cautela, tomé su mano y él me miró a los ojos.

 

- Sigo siendo esa chica, nada es distinto – dije mirándolo a los ojos.

 

- Sí, claro que sí. Soy tu maestro – dijo Alan algo arrepentido.

 

- Sé que no soy yo nada más, sé que tú también sientes lo mismo que yo – dije acariciando su mano.

 

- Pero no está bien – dijo Alan mirándome a los ojos y sin mirarlos a la vez.

 

- ¡No podemos!... –  dijo Alan soltando mi mano. Después se levantó y salió del salón. Yo me quedé un momento ahí, frente a su escritorio, hasta que sonó el timbre. Había finalizado el recreo y era hora de ir a las clases optativas.

 

Eran las 12:30 y yo estaba en la clase de primeros auxilios. Sentada ahí, me pasó algo que nunca me había pasado: no podía concentrarme en la clase, solo podía pensar en Alan. Ni cuenta me di cuando terminó la clase, todos mis compañeros empezaron a retirarse y yo estaba por retirarme también, pero justo en ese momento la profesora Herrera me llamó.

 

- Señorita Brown, ¿puede quedarse un momento, por favor? – dijo la profesora con tono serio.

 

- Sí, por supuesto, señora Herrera – dije pensativa.

 

- ¿Qué le pasó hoy, señorita Brown? Noté que no prestó atención a la clase y eso no es normal en usted, señorita – dijo la profesora con tono de preocupación.

 

- Nada importante, señora Herrera. Hoy estaba cansada, pero le prometo que para la próxima clase ya voy a estar mejor - dije tratando de disimular mi nerviosismo.

 

- ¿Está segura de que es solo cansancio? - preguntó la profesora con tono de preocupación.

 

- Sí, profesora. ¡Gracias por preocuparse! - dije sonriendo.

 

- Ok, toma esto - dijo la profesora mientras me entregaba un papel.

 

- Es lo que se dio en la clase de hoy, para que te pongas al día y no te atrases - dijo la profesora con un tono amable.

 

- Gracias, profesora - dije sonriendo.

 

- De nada, después de todo es la primera vez que no te concentras en clase - dijo la profesora mirándome a los ojos.

 

- Muchas gracias. Hasta mañana, profesora - dije sonriendo y salí del salón.

 

Después de la escuela, fui a una cafetería llamada Café & Amor, que era mi lugar favorito después de clases. Me gustaba estar ahí y había un postre que no estaba en el menú, pero que igual me lo preparaban.

 

Luego, el mesero se acercó para tomar mi orden. Era un año mayor que yo y era mi mejor amigo o más bien mi único amigo. Él trabajaba ahí por las tardes y por la mañana iba a la universidad, estudiaba para ser profesor de matemáticas.

 

- Brenda, ¿cómo estás? - dijo el mesero Ian sonriendo.

 

- Hola, Ian. ¡Todo bien! ¿Y tú? - dije sonriendo.

 

- ¡Todo bien! - dijo Ian sonriendo.

 

- ¿Quieres lo mismo de siempre? - preguntó Ian sonriendo.

 

- Me conoces bien - dije sonriendo.

 

- ¡Helado de oreo con extra de chocolate y galletas aparte! Tu orden estará lista en 10 minutos - dijo Ian sonriendo antes de retirarse.

 

Después de quedarme pensando un rato, alguien entró a la cafetería y me vio pensativa. Se acercó a mí.

 

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Alan mirándome a los ojos.

 

- ¿Te interesa? - dije con tono insolente.

 

- No sé qué me duele más, tener que alejarme de ti o la manera como te traté - dijo Alan mirándome a los ojos. Hice un ademán con la mano para que se sentara en la silla frente a mí. Él se tropezó y tumbó un servilletero sobre mí.

 

- Lo siento - dijo Alan sentándose frente a mí.

 

- ¿Por el servilletero o por ser un idiota? - le dije mirándolo a los ojos.

 

- Ambos - dijo él mirándome a los ojos.

 

Después, llegó Ian con mi helado.

 

- Aquí tienes, Brenda - dijo Ian entregándome mi helado.

 

- Gracias, Ian - dije agarrando mi helado.

 

- ¡Ah! Te presento, él es mi profesor de literatura - dije haciendo un ademán con la mano.

 

- Mucho gusto, señor. ¿Qué le puedo servir? - preguntó Ian mirando a Alan.

 

- \"Lo mismo que pidió la señorita - dijo Alan mirando a Ian.

 

- Su orden estará lista en 10 minutos - dijo Ian y se retiró.

 

- ¿Vienes seguido aquí? Veo que el camarero te conoce - preguntó Alan mirándome a los ojos.

 

- Ian es mi mejor amigo... mi único amigo, mejor dicho. Este es mi lugar favorito, me gusta venir siempre después de la escuela - dije mirándolo a los ojos.

 

- Sí, supongo que es un buen lugar. Acabo de mudarme de Nueva York, no conozco mucho todavía - dijo Alan mirándome a los ojos.

 

Después llegó Ian con el helado de Alan.

 

- Aquí tiene, señor - dijo Ian entregándole el helado a Alan.

 

- Muchas gracias - dijo Alan mirando a Ian.

 

- De nada - dijo Ian y se retiró.

 

- ¿Estudiaste en Nueva York? - pregunté mirándolo a los ojos.

 

- Sí, soy recién graduado de Harvard - dijo Alan mirándome a los ojos.

 

Y así nos quedamos platicando durante una hora. Disfrutaba cada palabra de lo que decía. Ian nos observaba a lo lejos, creo que sospechaba que algo pasaba. Después se acercó a la mesa con la cuenta de los dos. Yo estaba a punto de sacar mi billetera para pagar mi helado, pero Alan pagó por mí.

 

- Nos vemos luego, Ian - dije mirando a Ian.

 

- Nos vemos luego, Brenda  - dijo Ian mirándome.

 

- Nos vemos mañana, profesor - dije mirando a Alan. Después me levanté y salí.

 

Después de un rato, Alan se levantó y me alcanzó una cuadra después de la cafetería.

 

- ¿Entiendes que esto es malo, no? Podemos tener problemas por esto - dijo mirándome a los ojos.

 

- Yo jamás haría algo que te pusiera en problemas - dije mirándolo a los ojos. Besé su mejilla y me di vuelta para irme. Él se quedó parado por un momento. Después me jaló del brazo y me besó. Yo rodeé mis brazos alrededor de su cuello y respondí al beso.

 

Conociendo a mi profesor, algo dentro de mí cambió. Un mundo completamente nuevo pareció abrirse ante mí, un mundo lleno de emociones intensas y desconocidas. Cada vez que lo veía, un cosquilleo se apoderaba de mi estómago y mi corazón parecía latir al ritmo de una melodía desconocida. Me sonrojaba cada vez que nuestras miradas se cruzaban o cuando me dirigía la palabra. Sí, estaba viviendo algo nuevo, algo emocionante. Conociendo a mi profesor, había descubierto una nueva forma de entender el amor.

 

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Capítulo 3: Enamorada de mi profesor

 

Narra Brenda

 

Estábamos besándonos, era un beso increíble, mágico, eterno. Sentía que no quería soltar sus labios, que no quería salir de sus brazos. Por un momento, sentí que el mundo desapareció y que solo éramos él y yo. Ya no había dudas: ¡estaba completamente enamorada de mi profesor!

 

De golpe, comencé a escuchar una voz que me llamaba a lo lejos.

 

- Brenda... ¿Me escuchas? - Decía esa voz a la distancia.

 

Despertando.

 

- ¿Sí? - Dije nerviosa. Ahí estaba Ian enfrente de mí, su mirada era de preocupación.

 

- ¿Estás bien? - Dijo sentándose junto a mí. - Te dormiste por un segundo.

 

Sonreí nerviosa. - Estoy bien. ¿Qué pasó con la persona que estaba enfrente de mí? - Dije confundida.

 

- Nadie estaba enfrente de ti, Brenda - Dijo preocupado. - ¿Estás bien?

 

Tartamudeando, dije: - Estoy bien... Mmm, estoy algo cansada... Me quedé dormida un momento. - Dije nerviosa.

 

- ¿Estás segura? - Dijo preocupado. - ¿Quieres que te lleve a tu casa? Ya mi turno termina.

 

- Mm, no hace falta, tengo mi auto afuera. - Besé su mejilla. - Hasta mañana, Ian.

 

- Nos vemos mañana, Brenda - Dijo mirándome preocupado.

 

Durante el camino, no pude dejar de pensar en Alan. Estando en mi habitación, mientras pensaba y trataba de convencerme de que estaba mal, me di cuenta de que no podía evitar sentir lo que sentía.

 

- ¡Ya basta, Brenda! - Me dije mirándome al espejo. - Él es el profesor Freeman, no puede pasar nada entre nosotros.

 

- Quítatelo de la cabeza... - Me dije señalándome. - Concéntrate en tus estudios.

 

Toc-toc (golpean la puerta)

 

- ¿Quién es? - Dije nerviosa.

 

- Soy mamá, hija. ¿Puedo pasar? - Dijo con un tono preocupado.

 

- Sí, mamá, adelante - Dije nerviosa.

 

Entra. ¿Está todo bien, cariño? Te noto algo tensa - Preguntó preocupada.

 

- Estoy bien, mamá - Dije nerviosa. - En serio, no te preocupes.

 

- Acercándose a mí - ¿Segura? Sabes que puedes decirme lo que sea - Dijo mientras me abrazaba.

 

- Gracias, mamá. Lo sé - Dije respondiendo al abrazo.

 

- Estoy aquí para ti, hija - Besó mi frente y estaba por salir de la habitación.

 

Tartamudeando, dije: - Ma... mamá. Quería compartir con ella, pero no pude.

 

- ¿Quieres decirme algo, hija? - Dijo mirándome a los ojos.

 

- No... nada... olvídalo - Dije nerviosa.

 

- ¿Estás segura? - Preguntó preocupada. - Siento que quieres decirme algo.

 

- Eh... sí - Dije evadiendo el tema. - Mañana es el examen de literatura para elegir al estudiante que va a representar a la escuela en el concurso de México.

 

- Ah, eso es lo que te tiene tan preocupada - Dijo aliviada. - No te preocupes, hija, estudiaste mucho. ¡Sé que vas a ganar! - Acariciando mi cabello. - Y no viajarás sola, yo viajaré contigo y tu profesor de literatura también.

 

Tragué saliva. Se me había olvidado que el profesor de literatura viajaba con el estudiante elegido. - Dije mentalmente.

 

- ¿En qué estás pensando, hija? - preguntó mi madre, mirándome a los ojos.

 

- \"Bueno, me gustaría ganar... ya sabes que esto mejoraría mi currículum académico\", dije sonriendo nerviosa.

 

En mi mente, pensé: \"Pero también me permitiría viajar con el profesor\".

 

- Lo sé, hija... sé que es importante para ti mantener un buen promedio para entrar en tu universidad soñada - dijo mi madre con una mirada de orgullo -¡Y sé que lo lograrás! Descansa, mi niña - Me besó en la mejilla y salió de mi habitación.

 

Al día siguiente, llegué temprano a la escuela como de costumbre, y allí estaban el señor Kabana, la Señora Arriaga y Alan, que llegó al mismo tiempo que yo.

 

- Buenos días, Señorita Brown - dijo Alan nervioso.

 

- Buenos días, Profesor Freeman - dije yo nerviosa.

 

- Buenos días, Señor Kabana. Buenos días, Señora Arriaga - saludé sonriendo.

 

- Buenos días, Señorita Brown. Siempre es un placer verla temprano - dijo el director sonriendo.

 

- Buenos días, Profesor Freeman - dijo Alan mirándolo.

 

- Buenos días, Señor Kabana - dijo Alan sonriendo.

 

- Buenos días, señorita Brown. ¿Estás lista para viajar a México? - preguntó sonriendo la bibliotecaria.

 

- Ah, todavía no hemos hecho el examen para saber quién viajará - dije mirando al suelo.

 

- No necesito un examen para saber quién va a ganar\", dijo sonriendo. \"Estamos en presencia de la mejor estudiante de esta escuela - Me sonrojé y así fueron pasando las clases. Llegó la hora del examen de Literatura.

 

- Buenos días - dijo Alan sonriendo.

 

- Aquí está el examen para el concurso literario en México. Como saben, el mejor promedio será el que viaje - anunció el profesor Freeman.

 

- ¿Viajará usted con el estudiante seleccionado, profesor? - preguntó Natalia, con una sonrisa coqueta.

 

- Así es, señorita - respondió él con un tono amable.

 

- Entonces, espero sacar el mejor promedio - dijo con una sonrisa coqueta mientras Alan nos entregaba los exámenes.

 

- Pueden comenzar - dijo él sonriendo.

 

- Y cuando terminen, me los entregan y pueden retirarse - agregó sentándose en su escritorio.

 

Terminé el examen primero y me acerqué al escritorio de Alan.

 

- Aquí tiene, profesor Freeman - dije entregándole el examen - ¡Ya lo terminé!

 

- Muy bien, señorita Brown - dijo él, tomando el examen - Puede retirarse

 

Salí del aula y fui a la biblioteca mientras esperaba a que empezara mi clase de primeros auxilios. Cuando finalizó la jornada de clases, todos volvimos al aula de Literatura para conocer las calificaciones. Alan llegó con el director.

 

- Bueno, primero que nada, quiero felicitarlos a todos por sus esfuerzos - dijo el director con un tono amable.

 

- El mejor promedio es...- hizo una pausa para sonreír... – Brenda Brown – anunció el director.

 

Me quedé sonriendo con la mirada abajo.

 

Completamente enamorada del profesor. Soy una chica tímida que está intentando reprimir sus sentimientos porque sé que está mal enamorarse de mi profesor. Pronto tendré que viajar a México para un concurso literario con él, lo que hará que sea aún más difícil controlar mis emociones.

 

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Capítulo 4: Invitación Sorpresa

 

Narra Brenda

 

- Brenda Brown - dijo el director.

 

- Gracias - dije bajando la mirada mientras se acercaba a mi pupitre.

 

- Aquí tiene, señorita  - me entregó una hoja firmada y sellada.

 

- Gracias - Repetí sonriendo.

 

- La clase de Literatura la suplirá la profesora Hernández - dijo el director haciendo un ademán con la mano y presentándola a toda la clase.

 

- Pasemos a mi oficina, señorita Brown mientras esperamos que lleguen sus padres - dijo el director haciendo un ademán con la mano.

 

- Los demás pueden retirarse.

 

Mientras me dirigía a la oficina del director, los demás comenzaron a retirarse. Me sentía nerviosa y preocupada, Más tarde, llegaron mis padres.

 

- Señor Kabana, el señor y la señora Brown acaban de llegar - dijo la secretaria.

 

- Que pasen, por favor - dijo el director.

 

Mis padres entraron.

 

- Buenas tardes, señor y señora Brown - dijo el director haciendo un ademán para que se sentaran.

 

- Buenas tardes, señor Kabana - dijeron mis padres al mismo tiempo, sentándose.

 

- Les presento al nuevo profesor de Literatura, el señor Freeman - el director hizo un ademán con la mano.

 

- Mucho gusto - dijo Alan extendiendo su mano en señal de saludo - Encantado de conocerlos.

 

- Un placer conocerlo - dijo mi padre tomando su mano.

 

- El gusto es nuestro - dijo mi madre tomando su mano.

 

- Bien, señor y señora Brown, quiero felicitarlos. Su hija sacó el mejor promedio en el examen de Literatura y ella representará a la escuela en el concurso de México - dijo el director.

 

- Felicidades, cariño - dijeron mi mamá y mi papá abrazándome.

 

- Solo necesito que firmen aquí - dijo el director entregando la autorización.

 

Mis padres firmaron.

 

Ding dong, la puerta sonó y yo me ofrecí a abrirla tímidamente. Cuando la abrí, ahí estaba Alan, con su hermoso traje negro que lo hacía parecer un príncipe. Rápidamente bajé la mirada.

 

- Pase, profesor Freeman - dije mientras me apartaba de la puerta.

 

- Gracias por la invitación - dijo Alan mientras entraba.

 

- Bienvenido, señor Freeman - dijo mi madre sonriendo - Le presento a mi hija mayor - hizo un ademán con la mano.

 

- Mucho gusto, señorita - dijo Alan extendiendo su mano en señal de saludo.

 

Mi hermana se quedó paralizada por un momento, pero mi madre la animó con un codazo y reaccionó.

 

- Mucho gusto, señor Freeman - dijo Ingrid tomando su mano en señal de saludo -Soy Ingrid Brown - dijo sonriendo.

 

Después, todos pasamos a la sala a hablar, aunque en realidad mis padres hablaban con Alan e Ingrid, quien no le quitaba los ojos de encima. En ese momento, sentí muchos sentimientos encontrados. Por un lado, pensé que tal vez sería para mejor si Alan se interesaba en Ingrid, ya que él tenía 23 años y ella 19, y lo mejor era que no era su alumna. Pero por otro lado, no podía soportar ver a Ingrid coqueteando con él. Saqué mi teléfono tratando de evitar el contacto con Alan, y noté que él también evitaba que nuestras miradas se encontraran. Pero eso no duró mucho, porque mi madre le dijo a mi hermana que la ayudara a servir la cena, mi padre fue a preparar el vino y me quedé a solas con él. Justo lo que quería Arrg.

 

- Te ves muy linda, Brenda - dijo Alan cortando el incómodo silencio que se había hecho entre nosotros y provocando que me sonrojara ligeramente.

 

- Gracias - dije tímidamente bajando la mirada - Usted también se ve bien

 

- Gracias - dijo él sonriendo - Y dime, ¿cómo estás?

 

- Pues bien - dije sonriendo - ¿Y usted?

 

Él sonrió y me dejó paralizada al cruzar nuestras miradas.

 

- Bien... pero no me hables de usted fuera de la escuela, puedes decirme Alan – dijo él con una sonrisa que hizo que mi corazón latiera más rápido. En ese momento, sentí que necesitaba que alguien interrumpiera nuestra conversación, aunque no quería que se fuera.