Sorpresa, vida, ideas, sentimiento,
desde lo hondo de uno mismo debe salir,
tomar luz y abalanzarse;
un poema es un suicida,
el abismo lo espera,
tiene el signo de la fatalidad incrustado;
una sola palabra mal puesta,
lo arruina, lo destroza,
lo hace pedazos,
si se salva permanece por siempre jamás.
Si es uno más del montón, mejor guardarlo, botarlo, quemarlo,
tiene que tener sello propio,
originalidad del calibre de quien lo escribe,
ninguno nos repetimos ni somos clones,
el poema es un aspecto de nuestra alma,
primordial, su fiel reflejo, he ahí el encanto;
la pluma suele traicionar,
nos pone máscaras,
cosméticos,
mentiras,
superficialidades,
...
No hay que fabricar los poemas,
son la sustancia de nuestro ser
aquel que es inasible,
inencontrable,
pero que de alguna forma intuimos su presencia,
pues reímos, sufrimos, padecemos, ...
Somos el poema...