Capítulo 5: El destino nos une
Narra Brenda
Estando a solas con Alan, mi corazón comenzó a acelerarse. Ansiaba que alguien interrumpiera la conversación...
¡Qué alivio! Nunca me había sentido tan contenta de ver a mi hermana.
- Mi madre indica que ya pueden pasar al comedor - anunció ella sonriendo, haciendo un ademán con la mano.
- Qué bien - respondí aliviada. Me levanté y me retiré... prácticamente corriendo.
- ¡Acompáñeme! Por aquí, señor Freeman - propuso Ingrid, tomando su brazo.
- Muchas gracias - respondió Alan, y caminó junto a ella.
Todos nos trasladamos al comedor: mi papá se sentó en la cabecera, mi mamá a su lado, mi hermana junto a mi mamá, yo al lado de mi hermana, y Alan se ubicó al otro extremo de la mesa, junto a mi papá.
Durante la cena, mis padres y mi hermana conversaban con Alan. Yo, por mi parte, permanecí en silencio, evitando el contacto visual. Traté de recordar algún tema de mis libros para aportar a la conversación, pero no se me ocurrió nada. No sabía qué hacer, así que apenas terminé...
- ¿Podría retirarme? - pregunté, casi suplicando. - Estoy agotada y necesito descansar.
- Ve, hija, descansa - me respondió mi mamá con cariño. - Mañana será un día largo.
Me despedí de todos con un beso en la mejilla, como es costumbre, y solo dije:
- Buenas noches, señor Freeman - dije, extendiendo mi mano y bajando la mirada.
- Buenas noches, Brenda. ¡Nos vemos mañana! - respondió Alan.
Después de ese \"nos vemos mañana\", salí de ahí prácticamente corriendo. Casi tropiezo con las escaleras... afortunadamente, nadie se percató.
Llegué a mi habitación con el corazón palpitando, cerré la puerta y me dirigí al balcón un rato. Necesitaba respirar para entender... ¿Qué era eso que sentía cada vez que Alan me miraba o era amable conmigo? ¿Por qué me irritaba tanto verlo con mi hermana? ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué sus ojos me causaban un escalofrío que recorría mi cuerpo, junto con una corriente eléctrica que me hacía sentir... bien? Después, salí del balcón, cerré la puerta y me puse mi pijama para acostarme.
- Duerme, Brenda - me dije a mí misma. - Mañana viajarás a México con tu profesor. Tragué saliva.
Mientras tanto, en la planta baja, Alan se disculpó con todos y se retiró.
- Me tengo que retirar - dijo con una sonrisa - Muchas gracias por la invitación - agregó, extendiendo su mano.
- Gracias por venir - respondió mi papá, sonriendo mientras le estrechaba la mano - Fue un placer tenerlo en nuestro hogar - añadió mi mamá, también sonriendo mientras tomaba su mano. Ingrid acompañó a Alan hasta la puerta.
- Buenas noches, señor Freeman - dijo Ingrid, sonriendo y besando su mejilla.
- Buenas noches, señorita Brown - respondió Alan, besando su mano antes de irse.
Alan le besó la mejilla, ella sintió un cosquilleo en todo su cuerpo.
Cuando él le besó la mano, su corazón latió aún más fuerte.
Ingrid se quedó en la puerta, mirando cómo Alan se alejaba. No podía evitar sentir una atracción hacia él, su corazón latía con fuerza. Le encantaba la forma en que hablaba, la forma en que se movía, la forma en que la miraba. Cuando ya no pudo verlo, Ingrid suspiró profundamente mientras cerraba la puerta.
Al día siguiente, a las 9:30 de la mañana, estábamos en el aeropuerto con mi mamá, mi papá, mi hermana y Alan.
- Atención, queridos pasajeros. El vuelo 720 con destino a México está por abordar. - Anunció una voz en el altavoz.
- Buen viaje, cariño. ¡Suerte! - Dijo mi padre abrazándome. - Buen viaje, mamá. - Dijo mi hermana abrazándola.
- Buen viaje, amor. - Dijo mi padre a mi mamá, abrazándola y besándola.
- Buen viaje, hermanita. - Dijo mi hermana abrazándome. - Buen viaje, señor Freeman. - Dijo Ingrid dando un beso en la mejilla a Alan. - Cuide a mi hermana, agregó. - Mamá y papá sonrieron, pero solo yo sentí que mi corazón se hinchaba. No pude ver cómo reaccionó Alan.
- Gracias... - Dijo Alan sonriendo y ocultando sus nervios.
Luego los tres subimos al avión. Esperaba que mi asiento estuviera bastante alejado de Alan, pero parece que el destino está jugando conmigo.
- Aquí son nuestros lugares. - Dijo mi madre mirando la ubicación del boleto.
- Esto tiene que ser una broma. - Grité en mi interior.
Nuestros lugares estaban juntos. Me senté en el medio entre mi mamá y Alan, tratando de evitar el contacto visual con él. Noté que él hacía lo mismo conmigo.
Al rato, sentí un movimiento brusco y escuché un sonido como de metal partiéndose. Fue una turbulencia. Era la primera vez que viajaba en avión. Miré a mi mamá, tenía los ojos cerrados. Alan seguramente notó mi temor y me tomó de la mano. Cuando sentí su mano, lo miré a los ojos y, por algún motivo, me sentí segura.
- Todo estará bien. - Dijo Alan, apretando suavemente mi mano.
Cuando el vuelo se normalizó, rápidamente solté su mano y miré hacia adelante.
- ¿Estás bien, hija? - Preguntó mi madre al despertar y darse cuenta de que me había asustado.
- Sí, estoy bien - Respondí tratando de disimular mis nervios.
Mi madre tomó mi mano, pero por alguna razón, no me sentía tan segura como cuando Alan la tomó. No hacía más que contar los minutos para llegar a México y bajarme de ese avión.
Cuando aterrizamos, tomamos un taxi que nos llevó al hotel. Mi madre se sentó adelante junto al conductor, mientras que yo me senté en la parte de atrás junto a Alan. Pasé todo el camino mirando por la ventana, y cuando llegamos, pensé que finalmente podría alejarme de él. Pero mi habitación estaba justo al lado de la suya.
- Maldita sea mi suerte - Pensé para mí misma, sin saber si era de alegría o frustración. ¿Acaso el destino se había empeñado en unirnos?
________________________________________________________
Capítulo 6: Cada vez más cerca
Narra Brenda
Al día siguiente, teníamos que ir a la escuela anfitriona para iniciar los preparativos para el concurso. Alan alquiló un auto para que no tuviéramos que manejarnos en taxi. Mi mamá me dejó ir adelante junto a él, aunque lógicamente ella no conocía mis sentimientos.
En la reunión, nos dijeron que el concurso se dividiría en tres etapas: un examen escrito de 20 páginas, un examen oral de 20 preguntas individual y la etapa final se transmitiría por televisión. Teníamos una semana para prepararnos para el examen escrito, otra semana para prepararnos para el oral y una semana para el concurso por televisión. También organizarían un baile al final.
Durante la primera semana, pasé estudiando con Alan. Fue difícil estar sola con él, pero estudiamos durante unas tres horas mientras mi mamá planeaba las actividades de cada día. El primer día fuimos al museo.
Cuando llegamos al museo, caminábamos juntos por todas las obras de arte, disfrutando de cada una de ellas. De repente, vi una de mis piezas favoritas de Picasso y me quedé mirándola. Mi madre se había alejado y Alan se acercó a mí.
- Veo que te gusta mucho esa pieza - dijo intrigado.
- Sí, me encanta. Es una de mis piezas favoritas - dije sonriendo.
- ¿Por qué te gusta tanto? - preguntó Alan.
- Bueno, en primer lugar, admiro la habilidad técnica que se requiere para crear una obra de arte como esta. Pero también me encanta la forma en que el artista ha capturado la emoción y la energía del momento. Es como si pudiera sentir la pasión y la intensidad del artista en cada pincelada - expliqué.
- Estoy totalmente de acuerdo contigo. Además, creo que la obra también tiene un gran valor histórico y cultural. Es un reflejo de la época en que fue creada y de las influencias que el artista recibió - dijo Alan.
- Sí, definitivamente. Es interesante pensar en cómo la obra de arte está conectada con su contexto histórico y cultural. ¿Has leído algo sobre la vida del artista? - pregunté.
- Sí, he leído un poco. Me parece fascinante cómo su vida personal y sus experiencias influyeron en su obra. Creo que eso es lo que hace que la obra de arte sea tan personal y auténtica - dijo Alan.
- Pablo Picasso es un innovador, y gran parte de lo que caracteriza su obra es su estilo personal y absolutamente original - dije sonriendo.
- También es una de mis favoritas. Tiene estilo e influencia - dijo sonriendo.
Y así pasamos horas hablando hasta que llegó mi madre diciendo que ya era hora de irnos. Regresamos al hotel, cenamos los tres juntos y nos fuimos a dormir cada uno a su habitación. Me costó conciliar el sueño, me quedé pensando en la plática que tuvimos con Alan en el museo. No podía creer que tengamos tanto en común y que estuviéramos destinados a estar separados.
Al día siguiente, luego de desayunar los tres juntos, mi madre se quedó en su habitación planeando la actividad del día. Yo fui a la habitación de Alan para estudiar. Estuvimos tres horas estudiando y después fuimos con mi madre a la ópera.
Estábamos viendo \"La Traviata\" de Verdi y yo estaba entusiasmada. Entonces, Alan, que estaba junto a mí, me habló.
- ¿Te gusta la ópera? – preguntó Alan intrigado.
- Me encanta – dije sonriendo – Cada vez que la escucho, siento que algo se mueve dentro de mí. Es como si una marea de emociones me inundara por completo - expliqué, con lágrimas en los ojos.
- Wow, eso es increíble - dijo Alan - A mí también me gusta mucho la ópera. ¿Cuál es tu aria favorita?
- Mi aria favorita es \"O mio babbino caro\" de la ópera \"Gianni Schicchi\" de Puccini - respondí emocionada.
- ¡Esa es una gran elección! - dijo Alan con una sonrisa - A mí me encanta \"La donna è mobile\" de la ópera \"Rigoletto\" de Verdi.
- Estoy de acuerdo contigo, la música tiene el poder de transportarnos a lugares que nunca antes habíamos imaginado y de hacernos sentir emociones que nunca antes habíamos experimentado - dije sonriendo emocionada
- Para los oídos sensibles, la música puede hacer eso y mucho más. El arte tiene el poder de afectarnos de maneras profundas e inesperadas - dijo Alan con ternura, tomando mi mano por un segundo antes de soltarla.
Después de la ópera, regresamos al hotel, cenamos juntos y cada uno se fue a su habitación. Me costó conciliar el sueño esa noche, ya que seguía pensando en la obra que habíamos visto.
Al día siguiente, después de desayunar juntos, Alan y yo estuvimos tres horas estudiando en mi habitación mientras mi madre planeaba la actividad del día. Esta vez, fuimos al teatro para ver \"Romeo y Julieta\". Estaba emocionada por ver la obra y Alan siempre parecía notarlo. Como siempre, se sentó junto a mí y comenzamos a hablar.
- ¿Has leído el libro de \"Romeo y Julieta\"? - preguntó Alan mientras esperábamos que comenzara la obra.
- Sí, lo leí en la escuela secundaria - respondí - ¿Tú lo has leído?
- Sí, lo leí hace unos años - dijo Alan - Me encantó la historia de amor, pero también me hizo reflexionar sobre la violencia y el odio que pueden destruir todo lo que es hermoso.
- Sí, es una historia trágica pero también muy conmovedora - dije, asintiendo con la cabeza.
Y así, la conversación continuó mientras esperábamos que comenzara la obra.
- ¿Te gusta esta obra? – preguntó Alan, intrigado.
- Me encanta – dije sonriendo - ¿Debo parecerte aburrida? – pregunté, intrigada porque me gustan los museos, la ópera y las obras de teatro.
- ¡No! Para nada – dijo asombrado – Creo que eres una persona interesante - dijo sonriendo.
- En serio, muchas personas creen que son gustos raros en una chica de 17 años – dije mientras nuestros ojos se encontraban.
- Son ignorantes que no aprecian el valor del arte – dijo Alan, tomando mi mano por un momento antes de soltarla.
- Sí, tienes razón – dije, sonriendo
Y hablábamos de la obra, sus ojos se iluminaban cada vez que hablaba de arte. No podía evitar sentirme asombrada por la cantidad de cosas que tenía en común con él.
Cuando terminó la obra, volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos a nuestras habitaciones. No sé por qué, pero cada vez que hablaba con Alan, me costaba conciliar el sueño. Solo podía pensar en lo que hablábamos.
Para el cuarto día, luego de levantarnos, desayunar y estudiar en la habitación de Alan por tres horas mientras mi madre planeaba la actividad de ese día, fuimos al cine para ver \"La sombra del amor\", mi película favorita. Como siempre, Alan se sentaba junto a mí y aprovechaba para hablarme.
Mientras la trama se desarrollaba en la pantalla.
- ¿Te gusta la película? – Preguntó Alan, con una sonrisa en el rostro.
- Me encanta esta película – Respondí, también sonriendo.
- Se nota que eres una chica muy sensible y con buen gusto – Dijo, mientras tomaba mi mano.
- Es mi película favorita – dije, emocionada. – Me encanta la música, la historia de amor y la actuación de los protagonistas.
- A mí también me gusta mucho – dijo Alan, sonriendo. – La música es increíble, ¿no crees?
- Totalmente – dije, asintiendo con la cabeza. – De hecho, tengo la banda sonora en mi teléfono. Si quieres, te la puedo compartir
- ¡Genial! Me encantaría escucharla - respondió Alan, entusiasmado
La trama de \"La Sombra del Amor\" se desarrollaba ante nuestros ojos, y yo no podía evitar sentirme identificada con los personajes principales. La historia de amor imposible y la lucha por superar la muerte me conmovían profundamente. Por otro lado, notaba que Alan también estaba muy interesado en la trama, y no pude evitar preguntarle:
- ¿Te sientes identificado con algún personaje de la película?
- Sí, definitivamente. Creo que todos hemos pasado por momentos de dolor y pérdida, y es difícil superarlos. Pero al final, siempre hay una luz al final del túnel – Respondió, con una mirada profunda.
Después de la película, fuimos a cenar juntos en un restaurante cercano. La conversación fluyó con naturalidad, y pude notar que había una conexión especial entre nosotros. Sin embargo, la tensión seguía presente debido a nuestra relación de profesor y estudiante. Después de la cena, fuimos a dar un paseo por la ciudad, disfrutando de la noche y de la compañía del otro. Cada vez me costaba más controlar mis sentimientos hacia él, pero sabía que tenía que mantener la distancia.
Al día siguiente, tras desayunar y estudiar con Alan en mi habitación, mi madre planeó una actividad para el día: ir al parque. Decidí subir a la montaña rusa, pero mi madre tenía miedo a las alturas.
- Quiero subir a la montaña rusa - dije sonriendo.
- No sé, hija... parece muy arriesgado - dijo preocupada.
- Por favor, mamá - supliqué.
- Yo puedo subir con ella, si eso la hace sentir segura - dijo Alan con una mirada segura.
- En serio, gracias - dijo mamá sonriendo.
Subimos a la montaña rusa juntos. Sentí una mezcla de temor y alegría, pero estando arriba, Alan tomó mi mano y eso me hizo sentir segura. Ni siquiera sentí la montaña rusa, solo las manos de Alan sosteniendo las mías.
Después, tuve ganas de hacer parapente, pero mi mamá no se animó. Alan se ofreció a acompañarme y cuando me sostuve de la cuerda, él puso sus manos sobre las mías. Sentí que mi corazón latía con intensidad.
Luego, Alan me acompañó en la tirolesa y el salto bungee, ya que mi mamá no se animó. Por alguna razón, confiaba en él para que me cuidara, aunque ella no conocía mis sentimientos.
Con mi mamá, subimos a los autos chocadores, jugamos con la grúa expendedora de peluches, el tejo, el metegol y el pool.
Cuando volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos a nuestras habitaciones. Me quedé pensando un momento en lo cerca que estuve de Alan.
Suspirando, me dije:
- Ya basta, Brenda. Deja de pensar en tu profesor. Concéntrate en mañana, que comienza la primera etapa: ¡el examen escrito!
________________________________________________________
Capítulo 7: Primera Etapa
Narra Brenda
Me desperté a las 6 am, tendí la cama, me bañé y luego repasé los temas de literatura que había estudiado con Alan. Tenía mucho tiempo antes del concurso, que comenzaba a las 8 am.
Toc, toc. Alguien llamó a la puerta.
- ¿Quién es? - pregunté intrigada.
- Soy yo, Brenda, soy Alan - dijo Alan sonriendo.
- Profesor Freeman - tartamudeé. - Ah, sí, adelante - dije nerviosa.
Alan entró y se sentó a mi lado para ayudarme a repasar los temas que habíamos estudiado.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó Alan.
- Un poco nerviosa - respondí.
- No te preocupes, lo harás bien - dijo Alan sonriendo.
Toc, toc. Alguien llamó a la puerta de nuevo.
- ¿Quién es? - pregunté.
- Soy mamá, ¿puedo pasar? - dijo sonriendo.
- Sí, pasa mamá - dije sonriendo.
Mi madre entró y nos invitó a desayunar.
- Buenos días, señor Freeman - saludó mi madre.
- Buenos días - respondió Alan sonriendo.
- ¿Qué van a desayunar? - preguntó mi madre.
- Un café con leche y una tostada - respondió Alan.
- Yo quiero un té con leche y una medialuna - dije sonriendo.
Después de desayunar, volvimos a repasar los temas.
- ¿Recuerdas quién es el autor de \"Cien años de soledad\"? - preguntó Alan.
- Gabriel García Márquez - respondí.
- Muy bien, y ¿cuál es el tema principal de \"La metamorfosis\" de Franz Kafka? - preguntó Alan.
- La alienación del individuo en la sociedad - respondí.
- Excelente, estás lista para el concurso - dijo Alan sonriendo.
Cuando llegó las 8 am, el supervisor del concurso hizo su aparición y comenzó la primera etapa.
- Buenas tardes, jóvenes - dijo el supervisor, Óscar Escalante, con un tono serio - Soy Óscar Escalante. Yo, junto con sus profesores, vamos a supervisar sus exámenes y el mejor será el ganador de la primera etapa. Tienen cinco horas para terminar... ¡suerte!
Nos entregaron un examen de 20 páginas. Estaba un poco nerviosa, pero recordé algo que Alan me había dicho antes del examen.
Flashback
- Estoy nerviosa... ¿y si me equivoco? ¿Y si no soy tan inteligente como piensan? - dije nerviosa.
- Brenda, mírame a los ojos - dijo Alan con una mirada que transmitía ternura. - Cuando estés nerviosa, solo olvídate de dónde estás. Ve a tu lugar feliz y olvídate de la presión
Fin del flashback
Comencé a hacer el examen y me llevó dos horas terminarlo. Luego saqué una carpeta folio y puse cada hoja en un folio. Después saqué una etiquetadora y escribí mi nombre, y lo pegué en la carpeta. Me pareció que así quedaba más prolijo que escribir mi nombre a mano.
- Aquí tiene, Señor Escalante - dije entregando mi trabajo.
- Muy bien, Señorita Brown - dijo el supervisor con seriedad. \"Puede retirarse. Mañana estarán los resultados\".
Veía cómo algunos empezaban a terminar detrás de mí. Salí del aula y me encontré con mamá y Alan.
- ¿Cómo te fue, hija? - preguntó mi madre acariciándome el brazo.
- No lo sé, mamá. Mañana darán los resultados... pero creo que me fue bien - dije sonriendo.
- Seguro que te fue bien, porque estudiaste mucho - dijo Alan mirándome a los ojos.
De repente, me acordé de lo que Alan me había dicho antes del examen.
- Profesor, gracias por lo que me dijo antes - dije. - Me ayudó a mantener la calma.
- Siempre estoy aquí para apoyarte, Brenda - dijo él.
- Podemos irnos al hotel a descansar - propuse, cansada.
- Está bien, hija. Vamos - dijo mi mamá, abrazándome.
Regresamos al hotel después del examen y decidimos mirar la película Titanic. Alan se sentó junto a mí en la cama y mi mamá se sentó en la silla que estaba junto a la cama. A pesar de que estábamos en mi habitación, con las luces encendidas y sin la intimidad del cine, me sentía cada vez más cerca de Alan.
- ¡Qué romántico! – Dije sonriendo, dejando caer mi cabeza en el hombro de Alan.
- ¡Muy romántico! – Dijo Alan, poniendo su cabeza sobre la mía.
Fue solo por un momento, pero al instante nos dimos cuenta de que mamá estaba al lado y nos alejamos. Me sentí un poco incómoda, pero traté de disimularlo.
Cuando terminó la película, fuimos a almorzar a un restaurante muy elegante que Alan había elegido. A pesar de que el lugar era hermoso, me hubiera gustado estar a solas con él.
Después fuimos a pasear por el centro comercial. Mi mamá se alejó un momento y en ese mismo momento Alan me compró un algodón de azúcar. Me sentí muy feliz y agradecida por el detalle.
- Toma, es para ti, Brenda – Dijo Alan sonriendo.
- Gracias – Dije y cuando agarré nuestras manos, se juntaron.
- Toma, hija, es para ti – Dijo mi mamá y me dio un osito de peluche.
- Gracias, mamá – Dije sonriendo y abrazando el oso. - Sabes cuánto me gustan los ositos de peluche.
Fue una larga caminata y volvimos al hotel a descansar. Al día siguiente, después de levantarnos y desayunar, fuimos a la escuela para conocer los resultados del examen. Aunque estaba emocionada por saber cómo había salido, no podía evitar pensar en Alan y en lo mucho que me había gustado pasar tiempo con él.
- Sinceramente, los felicito a todos – dijo el Señor Escalante.
- Son muy buenos estudiantes – dijo sonriendo.
- La verdad fue difícil elegir un ganador, todos son muy buenos estudiantes, todos sacaron muy buen promedio. No tienen ningún error... - dijo mirándonos con orgullo.
- Pero por un punto extra, la ganadora por ser muy organizada y presentar en una carpeta folio, ya sé que nosotros no le pedimos eso, pero que lo haya pensado por sí misma amerita un punto extra.
- Felicitaciones para la Señorita Brown Brenda.
Alan se acercó a mí, sostuvo mi cara con sus manos y me miró a los ojos.
- Felicitaciones, hermosa – dijo Alan mirándome a los ojos.
- ¿Qué haces? – pregunté nerviosa – Mi mamá está aquí.
- No me importa, ya es hora de que todos se enteren lo que siento por ti – dijo acariciándome la cara.
- ¿Lo que sientes por mí? – pregunté entusiasmada – y ¿Qué sientes?
- Tú sabes lo que siento ¡YO TE AMO! – dijo acercándose a mí.
- Yo también TE AMO – dije sonriendo.
Él se acercó a mí y me besó. Yo le seguí el beso, en serio no tenía idea de lo que hacía, pero sus besos eran únicos.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes? – pregunté.
- Porque tenía miedo de que no sintieras lo mismo – respondió Alan.
- ¿Cómo podrías pensar eso? – dije con ternura – Siempre he sentido algo por ti, pero nunca lo dije porque pensé que tú no sentías lo mismo.
- Nunca he dejado de pensar en ti – dijo Alan con una sonrisa – Siempre he querido estar contigo.
- Yo también – dije con una sonrisa – Pero ¿qué pasa ahora? ¿Cómo vamos a hacerlo funcionar?
- Lo haremos funcionar – dijo Alan con determinación – Te quiero a mi lado, y haré lo que sea para que eso suceda.
Nos miramos a los ojos, sabiendo que este era solo el comienzo de nuestra historia juntos.
________________________________________________________
Capítulo 8: Fantasía
Narra Brenda
Era un beso perfecto. Estaba sumergida en ese beso, era único, era una locura, era un sueño. Parte de mí sabía que estaba mal, pero no quería alejarme de él. Todo parecía mágico hasta que empecé a escuchar que alguien me llamaba por mi apellido a la distancia.
- Brown, Brenda Brown – Dijo esa voz a la distancia.
Reaccionando – AH ¿SÍ? – Dije estupefacta.
Abrí los ojos y el señor Escalante estaba enfrente de mí.
- ¿Se encuentra bien, señorita? – Dijo desconcertado.
- AH sí… solo me quedé pensando en otra cosa… no importa – Dije con una sonrisa nerviosa.
- Felicitaciones, señorita. ¡GANÓ LA PRIMERA ETAPA! – Dijo estrechándome su mano.
- Gracias… No me lo esperaba – Dije con una sonrisa nerviosa.
- Bueno, la próxima semana será la segunda etapa; el examen oral – Dijo el señor Escalante con un tono serio – Tienen una semana para prepararse… pueden retirarse.
Todos salimos y afuera estaban esperándome mi mamá y Alan.
- ¿Te encuentras bien, hija? Te noté algo nerviosa – Dijo mi mamá desconcertada.
- Estoy bien, solo que me sorprendió haber ganado – Dije con una sonrisa nerviosa.
- Estudiaste mucho… sabía que ibas a ganar – Dijo Alan sonriendo.
- Gracias – Dije sin mirarlo
Después volvimos al hotel.
- Ah, regresamos al hotel - Dije pensativa
- ¿Te acompaño a tu cuarto, hija? – Dijo mi mamá.
- No… Mamá, ve tú… me quedaré un momento en el lobby – Dije pensativa.
- ¿Segura? – Dijo mirándome fijamente.
- Sí, voy a leer un poco acá – Dije sonriendo.
Mi mamá se fue y Alan se quedó un momento.
- ¿Estás bien? – Preguntó Alan preocupado.
- Sí, estoy bien – Dije sonriendo
- ¿Quieres que te acompañe? - Preguntó
- No prefiero quedarme sola por un momento
Después de que Alan se fue, me senté en una silla en el lobby del hotel y saqué mi libro favorito para leer. Pero no podía concentrarme, mi mente estaba en otro lugar. Estaba pensando en ese beso que había soñado y en cómo me hacía sentir. ¿Por qué estaba sintiendo esto por mi profesor? Sabía que era incorrecto, pero no podía evitarlo.
Decidí guardar el libro y volver a mi habitación, iba caminando sumergida en mis pensamientos.
De repente, me di cuenta de que había entrado a la habitación equivocada. Me encontré con Alan saliendo de la ducha, solo cubierto por una toalla.
Traga saliva – Perdón… me equivoqué de habitación – Dije nerviosa y Salí rápidamente
- ¿Estás bien? - preguntó Alan, preocupado.
- Sí, sí, solo me equivoqué de habitación - respondí, tratando de ocultar mi vergüenza.
- Claro, no te preocupes - dijo Alan con una sonrisa tranquilizadora. - Nos vemos más tarde
Cuando llegué a mi habitación, me recosté en la cama y traté de calmarme. Pero después de unos minutos, Alan entró a mi habitación, todavía cubierto solo por una toalla.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté nerviosa.
- No te pongas nerviosa - dijo Alan, acariciando mis labios con los dedos. - Esto está mal - dije, tratando de resistirme.
- No pienses… solo siéntelo - susurró Alan al oído.
- Tú eres mi profesor - dije suspirando.
- TE AMO - dijo Alan, acercando sus labios a los míos. Nuestras miradas se fijaron, me perdía en el azul de sus ojos y cuando me di cuenta ya estábamos besándonos.
- No te he dicho lo hermosa que estás hoy - dijo Alan con una sonrisa.
- No hables - lo interrumpí. No quería que hablara, quería sentirlo. Era un momento perfecto, hasta que comencé a escuchar una voz que me llamaba a la distancia.
- Brenda… Brenda - decía la voz a la distancia.
Era mi mamá que estaba golpeando la puerta de mi habitación.
Reaccioné y Alan no estaba – pasa Mamá - dije sorprendida. y me di cuenta de que estaba sola en mi habitación. Me sentí confundida y abrumada, sin saber qué hacer a continuación.
(Entra) – ¿Estás bien hija? Estuve tocando un largo tiempo y no me escuchaste – Dijo mi mamá preocupada mientras entraba a la habitación.
- Sí, mamá. Solo estaba profundamente dormida, lo siento – Respondí, todavía aturdida por el sueño.
- ¿Estás segura de que estás bien? Pareces un poco distraída – Preguntó mi madre con una mirada de preocupación.
- Sí, estoy bien, solo tengo mucho en mi mente – Respondí, tratando de ocultar mi incomodidad.
Después de que mi madre se fue, me recosté en la cama y traté de procesar lo que había sucedido en mi sueño. No podía creer que había soñado con mi profesor de esa manera.
Me desperté al mediodía y fuimos a almorzar con mi madre y Alan a un restaurante. Traté de evitar cualquier contacto visual con Alan, pero era difícil porque estaba sentado justo al lado mío.
- ¿Puedo ayudarles? – Preguntó el Hostess.
- Sí, tenemos una reservación – Respondió mi madre, entregándole el comprobante.
El Hostess nos guio a nuestra mesa y yo caminaba con la mirada baja, tratando de evitar cualquier contacto con Alan. De repente, choqué con un camarero que venía en dirección opuesta y ambos caímos al suelo.