No he de guardarme nada
que tenga algún sentido.
Mis ojos son tus ojos
y mis manos un cuenco
para beber el agua de amor que has bendecido.
Yo me perdí en tus pechos una mañana loca
y me salí del alma para dártelo todo
Y aquí estoy tan desnudo,
tan cristalino y llano
que te miro y me entrego
como llegué a este mundo.
Por vos me mataría, de amor, si lo pidieras
y entregaría mi sangre hasta quedar reseco.
Por vos me fuí en un alba
al sol de tus adentros
y estoy enamorado,
vidita, de tu incendio.