¡Oh! Padre del cielo y la tierra, eres la razón.
Los dolores de los mortales tú, todos los ves.
Nos hablaste del fallo mortal, una y otra vez.
Y, a cada infame falta, sufre tu sacro corazón
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Ofreciste, por la castidad y devoción, El Edén.
A Adán y Eva exigiste, evitar, el fallo inmoral.
Por faltar al Señor, cada uno, se hizo mortal.
Así fue como, Adán y Eva, salieron del Edén.
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No hubo verbo que, este Dios, no les dijera.
Toda la tierra era para, su humana creación.
Tendría de todo, para qué, ninguno sufriera.
Ante su falta, a Dios, se le partió el corazón.
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Pecado y falta, es desde entonces, el mentir.
Diez Mandamientos, claros y justos, les dejó
El llamado a obedecer, no es solo el prohibir.
Cuidar al Ser de, sí mismo, Dios, eso pensó.
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¡Creas o no, la fuerza creadora nos ordena.
Y si, osamos romper el orden, nos condena!