Reb Liz

Un Profesor Encantador: CapĂ­tulos 9, 10, 11, y 12

Capítulo 9: Terreno Peligroso

 

Narra Brenda

 

Después de chocar con el camarero, rápidamente ayudé a recoger los platos que se habían caído al suelo.

 

- Lo siento mucho, señor – Me disculpé avergonzada.

 

- No se preocupe, señorita. Está todo bien – Respondió el camarero con una sonrisa tranquilizadora.

 

Alan se inclinó para ayudarme a levantarme y luego me tomó de las manos para guiarme hacia nuestra mesa. Gentilmente, corrió la silla para que pudiera sentarme cómodamente.

 

Estuvimos en el restaurante por tres horas, disfrutando de la comida y la compañía. Luego, regresamos al hotel mas tarde, nos despedimos con un beso en la mejilla y nos fuimos a nuestras habitaciones.

 

Decidí llamar a mi mejor amigo Ian por videollamada.

 

- Hola, Ian. ¿Estás despierto? – Pregunté con cautela.

 

- Ahora sí, Brenda. ¿Qué sucede? – Respondió Ian, despertando.

 

- Nada en realidad. Solo quería hablar con mi mejor amigo – Dije, sintiéndome un poco apenada.

 

- ¿Cómo te fue en el examen escrito? – preguntó con intriga.

 

- Muy bien… gané – dije tímidamente.

 

- Sabías que ibas a ganar – respondió Ian sonriendo.

 

- ¿Te puedo preguntar algo? – pregunté con cautela.

 

- Sí, claro, pregunta lo que quieras – respondió sorprendido.

 

- ¿Alguna vez te has enamorado de alguien que sabes que es imposible? – pregunté con timidez.

 

- ¿De alguien que no debías? – preguntó Ian sorprendido.

 

- Sí, exactamente – respondí con cautela.

 

- Qué extraño… no me imaginé tener esta conversación contigo – dijo riéndose.

 

- Sabes qué, mejor me voy a dormir – dije apenada.

 

- No, espera, cuéntame, intentaré ayudarte. ¿Cómo se llama él? – preguntó Ian con ternura.

 

- Alan, se llama Alan – dije tartamudeando.

 

- ¿Estás enamorada de tu profesor? – preguntó Ian alarmado.

 

- Oh por Dios Brenda, ¿sabes en qué te estás metiendo? - dijo Ian alarmado.

 

- Sí, lo sé, pero no puedo evitarlo, es más fuerte que yo - respondí apenada.

 

- Te estás adentrando en terreno peligroso - dijo Ian casi gritando.

 

- Vamos, cálmate, no es como si tuviéramos una relación - dije bajando la mirada.

 

- No... pero las ganas no te faltan - dijo con tono serio.

 

- Sabes lo que pasaría si se enteraran - dijo Ian alarmado.

 

- Imaginemos por un momento que tus sueños se hacen realidad y llegas a tener una relación con tu príncipe azul - dijo sarcástico.

 

- Tu noviecito perdería su empleo y tú... tu educación - dijo con tono serio.

 

- Sí, ya lo sé... ya lo sé - dije casi gritando.

 

- No llamé para que me reprendas, solo quería sacarme esto de mi pecho - dije bajando la mirada.

 

- Ay amiga, nunca te habías enamorado y ahora te enamoras de alguien imposible - dijo Ian con ternura.

 

- Quisiera poder estar ahí para poder abrazarte - dijo con ternura.

 

- Tengo que descansar... Buenas noches, Ian - dije bajando la mirada.

 

- Buenas noches, Brenda, y recuerda lo que te dije... trata de sacártelo de la cabeza - dijo amable.

 

Corté la comunicación y me acosté pensando en las palabras de Ian: \"Te estás adentrando en terreno peligroso\", que resonaban en mi cabeza, impidiéndome sonreír.

 

Ian tenía razón, tenía que sacármelo de la cabeza, pero ¿cómo podía dejar de pensar en él si tenía que verlo todos los días? Mañana tenía que estudiar con él para el examen oral, sin contar que era mi profesor y lo vería todo el año escolar.

 

Al día siguiente, luego de despertarme y arreglarme, me dirigí hacia la habitación de Alan. Toqué la puerta y, tras unos segundos, él la abrió.

 

- Buenos días, Brenda - dijo Alan con una sonrisa en su rostro.

 

- Hola, profesor - respondí tartamudeando y bajando la mirada.

 

- ¿Qué tal dormiste? - preguntó Alan, intentando romper el hielo.

 

- Bien, gracias - respondí nerviosa.

 

- Bueno, pasa, vamos a estudiar - dijo Alan, abriendo la puerta para que pudiera entrar.

 

Entré en la habitación y, como si fuera un mal augurio, tropecé con una mesita que estaba enfrente de la puerta, casi cayéndome al suelo. Pero Alan, rápido como un rayo, me atrapó en sus brazos, provocando que nuestras miradas se fijaran.

 

- ¿Estás bien? - preguntó Alan, con una mezcla de preocupación y sorpresa en su voz.

 

- Sí, sí, estoy bien, gracias - dije, intentando recuperar la compostura.

 

Me perdí en el azul de sus ojos, mientras Alan me miraba a los ojos sin decir una palabra. El silencio se hizo presente por unos segundos.

 

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Capítulo 10: Confesión

 

Narra Brenda

 

Alan me tenía en sus brazos, y de repente, sucedió lo inesperado. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado. No parecía una fantasía, era real, era una locura, pero era real.

 

En ese momento, nada más importaba. No escuchaba a nadie que me llamara a la distancia, solo sentía la suavidad de sus labios y el calor de su cuerpo.

 

Pero entonces, la realidad vino a mí como un balde de agua fría. Él era mi profesor, esto no estaba bien. Me separé de él inmediatamente, tratando de recuperar la compostura.

 

- ¡NO! Esto no está bien - dije agitada, mientras salía corriendo de la habitación.

 

Salí de la habitación, con la mente llena de pensamientos y emociones encontradas. ¿Cómo podría concentrarme en el examen si no podía sacarlo de mi cabeza?

 

- ¿Qué estás haciendo Brenda? ¿Tirarás todo a la basura por un amor prohibido? - gritaba mi interior, mientras me alejaba de la habitación de Alan.

 

Estaba en mi habitación, absorta en mis pensamientos, cuando alguien tocó la puerta.

 

- ¿Quién es? - pregunté, alterada.

 

- Brenda, soy yo... necesito hablar contigo - dijo Alan, apenado.

 

Dudé en abrir la puerta, pero después de un minuto lo hice.

 

- ¿Qué quiere, profesor Freeman? - dije, bajando la mirada.

 

- Necesito hablar contigo sobre lo que pasó. ¿Puedo pasar? - preguntó él, también bajando la mirada.

 

Dudé un poco, pero finalmente me corrí de la puerta para que pudiera pasar. Alan entró y yo cerré la puerta detrás de él.

 

- Lamento ponerte incómoda, Brenda - dijo, bajando la mirada.

 

- No pasa nada... supongo que no volverá a pasar y que está arrepentido - dije con tono melancólico.

 

- No, Brenda, estás equivocada... No me arrepiento y anhelo que pase de nuevo - dijo, mirándome a los ojos.

 

- ¿Qué está diciendo? - pregunté, sorprendida.

 

- Digo... - suspiró - QUE TE AMO, BRENDA - dijo, acariciando mi nombre con su voz - TE AMO DESDE EL PRIMER DÍA QUE TE VI.

 

- Yo... yo... - tartamudeé - YO TAMBIÉN LO AMO, PROFESOR - dije, elevando la voz.

 

Él sonrió cuando dije eso.

 

- Pero no podemos estar juntos - dije, intentando evadir su mirada - Por favor, olvídese de mí - dije, con tono melancólico.

 

Alan intentó fijar su mirada en la mía, pero yo hacía todo lo posible para evadirla.

 

- No podemos estar juntos... Ni siquiera deberíamos tutearnos... La realidad es que somos - suspiré - profesor y alumna.

 

Alan bajó la mirada y yo continué hablando, tratando de mantener la compostura.

 

- Será mejor que olvidemos lo que pasó... Podemos tener problemas por esto, más usted que yo, profesor - dije, bajando la mirada.

 

Alan parecía desanimado y respondió:

 

- ¿Así que eso es lo que propones? ¿Que olvidemos todo y ya? Debe haber otra opción

 

- ¿Y entonces qué propone usted? - pregunté, elevando un poco la voz.

 

Alan se acercó a mí con cautela y secó mis lágrimas con sus manos.

 

- Realmente siento que eres alguien especial. ¿Tú no sientes lo mismo? - me preguntó, mirándome a los ojos.

 

- Ya te dije lo que siento por ti... Y no voy a repetirlo, porque decirlo me duele - dije, derramando algunas lágrimas.

 

Alan suspiró y acarició mi cara.

 

- A mí también me duele... Tener que llamarte Señorita Brown cuando en realidad quiero que seas mi novia - confesó.

 

Aparté sus manos y di un paso atrás.

 

- Por favor... No volvamos a hacer eso - dije, mirándolo a los ojos. - Cada vez que te acercas, mi corazón comienza a latir a mil

 

Alan asintió con la cabeza y propuso que fuéramos a estudiar al café del hotel. Aunque tratamos de estudiar, la confesión había dejado un ambiente incómodo y ninguno de los dos podía concentrarse en nada más.

 

Lo único que quería era besarlo, pero evitaba mirarlo directamente, tratando de concentrarme en mis libros de estudio.

 

Unos minutos después, él habló.

 

- ¿Vamos a estar así mucho tiempo más? - preguntó, con la voz quebrada.

 

- ¿Así cómo? - pregunté, tratando de mantener la calma.

 

- Así... reprimiendo nuestros sentimientos - respondió.

 

- Ya te dije... No tenemos opción - dije, intentando sonar convincente.

 

- Pero esto no nos está haciendo bien... Ni a ti, ni a mí - dijo, con la voz temblorosa.

 

Después, cerró el libro y se puso enfrente de mí.

 

- A mí me está matando tener que enterrar mis sentimientos - dijo, mirándome a los ojos.

 

Me quedé muda, sin saber qué hacer ni qué decir. Él tenía razón, a mí también me estaba consumiendo por dentro.

 

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Capítulo 11: Segunda Etapa

 

Narra Brenda

 

La verdad es que Alan tenía razón... Reprimir mis sentimientos y verlo todos los días me estaba matando por dentro. Pero estaba haciendo lo correcto, o eso creía.

 

- Tienes razón... Esto nos está haciendo daño - admití, con la voz quebrada. - Será mejor que estudie yo sola.

 

- Esa tampoco es la mejor opción... Vine aquí para ayudarte... No te preocupes, trataré de reprimir mis sentimientos - dijo Alan, con la voz quebrada. - Podemos ir a estudiar a la biblioteca, a tu lugar favorito. Te vas a concentrar mejor.

 

- Perfecto - respondí, con la voz quebrada.

 

Decidimos ir a la biblioteca para estudiar. Alan tenía razón, en ese lugar podía concentrarme más, aunque él estuviera a mi lado. Entre el estudio y las actividades que mi mamá planeaba para cada día, la semana pasó volando. Antes de que me diera cuenta, ya era el día de la segunda etapa: el examen oral.

 

Al día siguiente, me desperté a las 6 a.m., tendí mi cama, me bañé y repasé lo que había estudiado. Después, fui a desayunar con mi mamá y Alan, procurando mantener la mayor distancia posible. A las 7:50 a.m., cuando ya habíamos terminado de desayunar, nos fuimos a la escuela.

 

- Buenos días, jóvenes... espero que se hayan preparado para esta segunda etapa - dijo el señor Escalante con seriedad.

 

- Hoy será el examen escrito... los llamaremos uno por uno por orden alfabético - continuó, con un tono afable.

 

- Este examen tomará más tiempo... así que por favor tengan paciencia - añadió, volviendo a su tono serio.

 

Así comenzó a llamar a todos los estudiantes que tenían el apellido con A, eran 5 chicos y 5 chicas, 10 en total. Sin darme cuenta, llegó el turno de la B.

 

- Brown Brenda - anunció el señor Escalante con seriedad.

 

No esperaba ser la primera, pero me dirigí hasta su escritorio. Me hicieron 20 preguntas, y respondí correctamente a todas.

 

- Muy bien, señorita... puede retirarse - dijo, manteniendo su tono serio. - Mañana daremos los resultados.

 

Salí al exterior donde me estaban esperando mi mamá y Alan.

 

- ¿Y cómo te fue? - preguntó mi mamá, ansiosa.

 

- Bien... mañana darán los resultados - respondí, sonriendo.

 

- Felicidades, Brenda - dijo Alan, manteniendo la distancia.

 

- Gracias - dije, conteniendo las ganas de abrazarlo. - Podemos volver al hotel - sugerí, casi suplicando.

 

- Claro, hija - dijo mi mamá, acariciando mi cabello.

 

Regresamos al hotel, merendamos, descansamos, vimos películas, almorzamos y más tarde cenamos, hasta que llegó la hora de ir a dormir.

 

Al día siguiente, como de costumbre, me levanté a las 6 a.m., tendí mi cama, me bañé, limpié mi habitación (aunque había ama de llaves, era mi costumbre), luego desayuné con mi mamá y Alan y para las 7:50 a.m. nos fuimos a la escuela.

 

- Buenos días, jóvenes - dijo el señor Escalante, sonriendo.

 

- Quiero felicitarlos a todos, estuvieron muy bien en el examen oral... Esta vez no hay un ganador - continuó, aún sonriendo. - Tenemos un empate.

 

- Van a desempatar en la etapa final... que comienza la otra semana - añadió, esta vez con seriedad. - Tienen una semana para prepararse.

 

- En la etapa anterior, por un punto extra, ganó la señorita Brown... Esta vez tenemos un empate. Veamos cómo les va en la etapa final - concluyó, con seriedad. - Pueden retirarse.

 

Todos salimos del aula y me encontré con mi mamá y Alan.

 

- ¿Y qué pasó? - preguntó mi mamá, ansiosa.

 

- A todos nos fue bien - respondí, sonriendo.

 

- Sabía que te iría bien - dijo Alan, evitando el contacto visual.

 

- Gracias - dije, de manera cortante.

 

Regresamos al hotel y descansamos un poco. Por la tarde, mi madre tenía entradas para el zoológico y nos fuimos.

 

Narra Alan

 

Nos fuimos al zoológico. Trataba de evitar el contacto visual, pero de un momento a otro, levanté la mirada y la vi hablando con alguien, un chico de su edad. Ella lucía esa sonrisa que caracteriza a mi Brenda, se reía y movía la cabeza de un lado a otro. Observé cómo él tomaba su mano, cómo miraba sus labios. Estaba seguro de que planeaba besarla.

 

Me pregunté, ¿dónde está su madre? Desvié la mirada y la vi a la distancia, sonriendo, como si le causara ternura ver a su hija hablando con un chico de su edad. Claro, para ella está bien que Brenda salga con jóvenes de su misma edad. Pero a mí me estaba matando. Me preguntaba, ¿cómo llegó este chico? ¿En qué momento se le acercó?

 

Narra Brenda

 

Cuando ingresamos al zoológico, Alan se quedó atrás, intentando alejarse un poco de mí. Al entrar, me quedé viendo la sección de las jirafas junto a mi madre, cuando un chico se acercó a mí. Debo admitir que era atractivo y tenía mi edad, pero no me atraía realmente. Sin embargo, me divirtió lo que decía. Mi madre se alejó sonriendo y se dirigió a la sección de elefantes.

 

- Wow, son más altas de lo que creí - comentó el chico.

 

- Son muy lindas... Me gusta que ninguna tiene el mismo patrón de manchas - dije, sonriendo.

 

- Oh, es verdad... Sí, son lindas - respondió el chico.

 

- Sí... La verdad es que las jirafas son más lindas en persona que en los libros - dije, aún sonriendo.

 

- ¿Sabías que las jirafas no tienen cuerdas vocales? - preguntó el chico.

 

- Lo sé... Las jirafas no tienen cuerdas vocales y producen unos sonidos básicos en tonos tan bajos que son imperceptibles para el oído humano - respondí, sonriendo.

 

- ¿Cómo te llamas, chica misteriosa? - preguntó, mirándome a los ojos.

 

- Brenda - respondí, extendiendo mi mano en señal de saludo.

 

- Mucho gusto, Brenda... Mi nombre es Kevin - dijo, tomando mi mano en señal de saludo.

 

Era un chico de cabello castaño, ojos verdes, piel blanca, de mi altura. Parecía saber mucho sobre animales, y era muy simpático.

 

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Capítulo 12: Celos

 

Narra Brenda

 

Kevin es una persona muy simpática. Me hacía reír y es atractivo, pero aun así no puedo dejar de pensar en Alan.

 

- ¿Qué cosas te gustan? – Preguntó intrigado.

 

- Me gusta cantar, bailar, dibujar, estudiar, cocinar, tejer, coser, pero sobre todo me gusta leer y escribir – Dije sonriendo.

 

- Eres una chica interesante – Dijo fascinado.

 

- ¿En serio crees eso? - Pregunté intrigada.

 

- ¡Por supuesto! Quiero conocerte más – Dijo mirándome a los ojos.

 

- ¿Y a ti qué cosas te gustan? – Pregunté intrigada.

 

- Pues me gusta dibujar, tanto manual como con la computadora – Dijo sonriendo – Estoy pensando en ser diseñador gráfico.

 

- ¡Qué bien! Yo quiero ser escritora – Dije sonriendo.

 

- Que interesante… Y ¿Eres de aquí? – Preguntó intrigado.

 

- No, soy de Londres, Inglaterra. Vine aquí por un concurso literario de mi escuela – Dije sonriendo – ¿Y tú eres de México?

 

- Sí, soy de México. Eres una chica genio – Dijo con una risa pícara, provocando que me sonrojara.

 

Aunque disfrutaba de la conversación con Kevin, no podía evitar sentirme incómoda. Mis pensamientos seguían en Alan y lo que estaría haciendo en este momento. ¿Estaría pensando en mí como yo en él? No quería ser injusta con Kevin, pero no podía negar que los celos me estaban invadiendo.

 

Narra Alan

 

No podía soportarlo más, necesitaba saber qué tanto hablaban. ¿Por qué ella se reía tanto? ¿Por qué se sonrojaba? ¿Qué le estaría diciendo para que ella reaccionara así? Decidí acercarme con cautela para interrumpir la conversación, y cuando me acerqué, ella dijo:

 

- Profesor Freeman – Dijo sonriendo – Él es mi profesor de literatura – Dijo mirando a Kevin.

 

- El Kevin lo acabo de conocer – Dijo mirándome a mí.

 

- Mucho gusto, señor – Dijo extendiendo su mano.

 

No quería tomar su mano, más bien quería golpearlo y decirle que no se acerque a mi Brenda. Pero eso llamaría mucho la atención.

 

- Mucho gusto, Kevin – Dije tomando su mano, tratando de disimular mi desagrado.

 

Miré mi reloj.

 

- Tenemos que irnos, Brenda... Ya es tarde – Dije cortante.

 

En ese momento, se acercó su madre.

 

- Tu profesor tiene razón, hija. Tenemos que volver – Dijo mirando a Brenda.

 

- Mucho gusto, soy Delia, la madre de Brenda – Dijo mirando a Kevin, extendiendo su mano.

 

- Mucho gusto, señora – Dijo Kevin tomando su mano.

 

- Adiós, Kevin... Fue un placer conocerte – Dijo Brenda sonriendo.

 

- Adiós, Brenda... El placer fue mío – Dijo entregándole un papel en la mano – Quizás algún día puedas escribirme – Dijo sonriendo.

 

¿Por qué tanta sonrisa? ¿Por qué estaba tan feliz de recibir un papel? ¿Por qué estaba tan interesada en seguir hablando con Kevin? ¿Porque Brenda le dio su número? Los celos me estaban carcomiendo. No podía evitar sentirme herido y traicionado. ¿Cómo podía Brenda estar tan interesada en alguien más cuando yo estaba aquí, preocupándome por ella todo el tiempo? Me alejé con Brenda y su madre, incapaz de decir una palabra más.

 

Aquí te presento una versión corregida y mejorada del texto:

 

Narra Brenda

 

No es lo que piensan, no siento nada por Kevin. Mi corazón solo late por Alan, pero no tengo muchos amigos y que él me hablara me hizo sentir bien. Además, necesitaba sacarme a Alan de la cabeza.

 

Por más enamorada que esté, es un amor prohibido.

 

- Te escribiré -dijo Kevin sonriendo.

 

Regresamos al hotel con mi madre y Alan. Cenamos y luego cada uno fue a su habitación.

 

Cuando estaba en mi habitación, recibí una videollamada de mi hermana.

 

- Hola, Bren, ¿cómo estás? -preguntó sonriendo.

 

- Bien... Ingrid, ¿y tú, cómo estás? -le contesté cortante.

 

- Bien... recién hablé con mamá -dijo con una risa pícara.

 

- ¿Y qué te dijo? -pregunté cortante.

 

- Me dijo que charlaste con un chico -dijo con una risa pícara.

 

- No es nada, era solo una charla sin importancia -respondí cortante.

 

- Una charla sin importancia -dijo levantando una ceja-. Mamá me dijo que te dio su número y tú le diste el tuyo -añadió con una risa pícara.

 

- No sé qué película te estás haciendo en la cabeza... pero eso no tiene ningún significado -dije ya cansada de hablar con Ingrid.

 

- O sí, seguro que no tiene ningún significado -dijo sarcásticamente-. Mi hermanita tiene novio -dijo con una risa pícara.

 

- No te metas en mi vida, Ingrid -dije seria-. Y no vuelvas a decir eso... Kevin no me interesa para nada -dije con tono serio.

 

- Está bien... perdón, no quise molestarte, hermanita -dijo Ingrid.

 

- ¿Y cómo está el señor Freeman? -preguntó Ingrid suspirando con una sonrisa.

 

- Está bien... supongo -respondí cortante.

 

Otra vez estaba preguntando por Alan y eso me quemaba por dentro.

 

- Ay, es tan guapo -dijo Ingrid suspirando.

 

- Me tengo que ir... buenas noches, Ingrid -dije cortante.

 

- Buenas noches, hermanita -dijo y corté la llamada.

 

En cuanto colgué, me acosté y traté de dormir. Pero me costó conciliar el sueño. Seguía molestándome el hecho de que a mi hermana le gustara Alan.

 

Narra Alan

 

Estaba acostado, incapaz de dormir. Los recuerdos de Brenda me atormentaban, y sabía que no estaba bien estar enamorado de ella. Me preguntaba por qué estaba tan feliz de recibir un papel y por qué estaba tan interesada en seguir hablando con Kevin. ¿Había sido culpa mía por no haberle dado la atención que necesitaba?

 

Finalmente, me levanté y salí de mi habitación para dar un paseo nocturno por el hotel. Vi a Brenda y a su madre caminando juntas en el pasillo y decidí seguirlos a una distancia prudente. Escuché su conversación y me di cuenta de que Brenda acababa de conocer a Kevin y que no le interesaba en ese sentido.

 

Decidí acercarme y hablar con ella.

 

- Brenda, ¿podemos hablar? - le dije con voz suave. Ella se sorprendió al verme, pero asintió con la cabeza. Nos alejamos de su madre y empezamos a caminar juntos.

 

- Sé que soy tu profesor de literatura, Brenda, y que no está bien que me sienta así por ti - le dije con sinceridad. - Pero no puedo evitarlo. Me importas mucho

 

Brenda se quedó en silencio por un momento, y luego me miró con tristeza.

 

- Alan, yo también te aprecio mucho - me dijo. - Pero no puedo corresponderte de esa manera.

 

Lo entendí perfectamente. Pero no podía evitar sentirme atraído por ella. Decidimos seguir hablando y mantener una relación profesor-alumna saludable. Sería difícil, pero sabía que era lo mejor para ambos.