Oirás el trino de las aves
llenando de calor tu frialdad,
oirás el contento de las aguas
corriendo por el valle en libertad;
oirás el perfume de las flores
ocupando con su aroma tu ansiedad,
oirás el lamento de las rosas
reclamando con su llanto tu amistad.
Oirás el quejido amargo de los muertos
musitando lentamente en soledad,
oirás el latido de tu alma
sintiendo tu vigor y tu verdad;
oirás las sentencias de los cielos
impartiendo justicia a la maldad,
oirás la lluvia en tu ventana
percibiendo su fragancia y humedad.
Oirás la ternura de unos besos
sentidos en opaca oscuridad,
oirás el amor de algunos hombres
jurándote alcanzar la eternidad;
oirás la angustia de los pobres
pidiendo con su mano caridad,
oirás tu orgullo envanecido
viendo en tu espejo vanidad.
Oirás pasar la juventud
en arrugas causando fealdad,
oirás la venida de la muerte
llevándote al ocaso sin piedad,
mas aquellas palabras susurradas
a tu oído por mi alma enamorada,
aquellas palabras, mujer,
aquellas que yo te dije, ¡ jamás las oirás.!