El viento amargo, ahora asfixiante, más tarde sicario.
La rutina sencilla, ahora indiferente, más tarde calvario.
Ingenuos, creyendo en un salvador ajeno a ellos mismos,
la muerte súbita es lo que encontrarán.
La salvación reside en el espíritu,
el origen, la llama, la esencia.
El dolor, señalado hacia la innecesaridad,
aversión, final; pero también, fiel ayudante de la luz.
Desgarra la piel de aquellos contaminados por la desesperación,
para luego ser liberados en una nueva piel,
nuevos pastos llenos de vida.
Redención y elogio a las almas dispuestas
a cruzar el pasaje hosco y apabullante,
personificado en la vida misma.