Arriba, en los montes,
blanquea la nieve,
con gracia y con garbo
de algunos pinceles.
Son manos divinas
de ángeles fieles,
que en noches pasadas
pintaros las sienes.
Y aquellas montañas
rezaron sus preces,
al copo que el cielo
mandaba a sus pieles.
Temblaron las rocas,
sus cimas agrestes,
cambiaron colores
a grises por verdes.
Abajo, en el valle,
la aldea silente.
despierta del sueño
y pronto amanece.
Los hombres del campo
elevan sus frentes
y miran los montes
a ver que se ofrece.
Y ven que ha pasado
el mes de diciembre
y enero ha venido
con nieve y con Reyes.
Sonríen los labios,
la risa aparece,
y un beso se escapa
al labio que duerme.
Arriba, en los montes,
se ve ya la nieve,
que en campos y valles
cosechas promete.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/01/24