José Luis Barrientos León

Nuestros cuerpos

 

Somos cuerpos que se sostienen en las manos del viento,

privándose de la palabra para entregarse a la voluntad del silencio,

al balbuceo apacible de quimeras y anhelos,

en la entrega de caricias herejes,

que rechazan los dogmas,

con la gramática de fantasías que traspasan la piel,

en la humildad absoluta de la desnudez,

dibujando el tacto en la inocencia y los sentidos,

en la espalda incrédula y el pecho agnóstico,

que razonan en la barbarie del sexo,

la filosofía eterna de la pasión y la entrega,

con los párpados insomnes,

y los vientres como savia de deseos furtivos,

que alimentan los sueños en medio de la noche.

 

Somos cuerpos tendidos junto a raíces de árboles,

contemplando las nubes que tejen los sueños,

como las aves los nidos de la fascinación y el asombro,

traduciendo el sentido del azul y del verde,

en el rojo sanguíneo que despierta el antojo,

de un pecho desnudo,

y un pubis sublime,

en la imposibilidad de expresar lo inefable,

como almas dolientes que encontraron consuelo,

que prescindieron del cuerpo,

para volar con el viento,