Reb Liz

Un Profesor Encantador: CapĂ­tulos 21, 22, 23, y 24

Capítulo 21: De vuelta a Literatura

 

Narra Brenda

 

Salí indignada del salón y me quedé afuera, esperando a que la maestra saliera. Cuando finalmente lo hizo, me aconsejó que volviera a mi clase de Literatura.

 

- ¡Pero fue Melody... ella me provocó! - intenté defenderme.

 

- Señorita, sé cómo es Melody, pero usted no pertenece a esta clase. He notado que no se concentra y sé que tiene buenas calificaciones en Literatura - me explicó la maestra.

 

Mientras tanto, Alan apareció de la nada y se acercó a nosotras.

 

- Profesora Ramírez... ¿pasa algo aquí? - preguntó.

 

- Bueno... sí, la señorita volverá a su clase - respondió la maestra.

 

- Pero llevo solo un día en esta clase - me quejé.

 

- Y ya fue suficiente. Usted en esta clase no se concentra, no tiene futuro - respondió la maestra con firmeza.

 

Alan interrumpió:

 

- Disculpe que me interponga, pero eso sí que no... Brenda es una excelente alumna, muy concentrada en sus deberes. Es inteligente, aplicada y puede ser la mejor si se lo propone... o mejor dicho, ya es la mejor - defendió Alan con seguridad.

 

Me quedé sorprendida por las palabras de Alan. ¿Realmente estaba defendiéndome? Me miró con ternura y prosiguió.

 

- ...Que usted no sepa apreciar su talento no es problema con ella. Como conclusión, me encantaría tenerla en mi clase - dijo Alan.

 

Perfecto, llévesela... en su clase podrá concentrarse. En mi clase no se concentra - contestó la maestra con firmeza.

 

Tenía un nudo en la garganta, pero aun así pude hablar, aunque con la voz un poco cortada.

 

- Creo que ya está decidido... no tengo nada que hacer aquí. Con su permiso, maestra, me retiro y disculpe si le causé algún inconveniente. Créame que no fue mi intención - dije mientras me dirigía hacia la salida.

 

Comencé a caminar con rumbo a la salida, pero Alan me alcanzó.

 

- Yo podía defenderme sola, no necesitaba su ayuda, Profesor Freeman - le dije con enojo.

 

- Lo hice porque me importas mucho - me dijo con sinceridad.

 

Giré y lo miré a los ojos:

 

- Aun así, no era necesario... y sabes qué ¡¡¡NO TE ENTIENDO!!! - le grité enojada.

 

- ¿Tú no me entiendes? Pues sabes algo... ¡¡¡YO TAMPOCO TE ENTIENDO!!! - me gritó enojado.

 

- ¿Y eso qué? Yo no te lo pregunté. No necesito que usted me entienda... y tampoco tienes por qué defenderme. Porque tú no me conoces, no sabes nada de mí y sabes qué, ya me voy - dije mientras me alejaba de él.

 

- ¿Y adónde vas? - preguntó Alan mientras me alejaba de la escuela.

 

- Me voy a mi casa, ya no quiero estar en esta escuela - respondí sin detenerme.

 

- No puedes salirte así como así de la escuela. Soy tu profesor, ¿lo recuerdas? - dijo Alan tratando de detenerme.

 

- ¡¡¡TODO EL TIEMPO!!! - le grité frustrada - Pero no me importa si me reporta. Aun así, me iré... de todas formas, siempre he tenido buenas calificaciones. Un reporte no me hará nada

 

Le di la espalda, me aseguré de que nadie más me viera y me fui a casa. Había sido un día muy difícil. Llegué y me puse a ver caricaturas. Después de dos horas, llegó mi mamá.

 

- Hija, ¿cómo estás? - preguntó preocupada.

 

- Estoy bien, mamá. Solo necesitaba descansar - le respondí.

 

\"Me llamaron de la escuela y me dijeron que te saliste antes... tú nunca hiciste eso - dijo mi madre.

 

\"Siempre hay una primera vez - dije encogiéndome de hombros.

 

- Gracias al Profesor Freeman, tu curriculum académico no recibirá esta falta - dijo mi madre mirándome a los ojos.

 

- ¿Qué él hizo qué? ¿El Señor Freeman? - pregunté confundida.

 

- Sí... él dijo que vio que te sentías mal, muy estresada, y te firmó una autorización para irte. ¿Por qué estás tan tensa? - preguntó mi madre.

 

- No fui yo... fue culpa de Melody - traté de justificarme.

 

- Ahora cuéntame... despacio para que pueda entender. ¿Por qué te cambiaste de clase? Me dijeron la manera en que el Señor Freeman te defendió. Se ve que realmente te aprecia mucho - dijo mi madre interesada.

 

- No sé, mamá, estaba bajo mucha presión - le dije tratando de evitar seguir hablando sobre Alan. - Mamá, tengo que ir a la biblioteca por unos libros para la tarea de mañana - agregué un poco nerviosa, buscando la manera de terminar la conversación.

 

- Está bien... pero por favor, ten cuidado - dijo mi mamá preocupada.

 

Salí de casa y me dirigí a la escuela. Cuando llegué a la biblioteca, tomé los libros que necesitaba y decidí dejarlos en mi casillero. Entré a la escuela, sabiendo que no estaba permitido estar ahí en las tardes. En silencio y vigilando que nadie me viera, llegué a mi casillero, guardé mis libros y saqué un cuaderno que necesitaba. Estaba a punto de irme para evitar problemas, cuando escuché una voz que decía:

 

- Señorita, ¿qué hace aquí? Entrar en la tarde está prohibido

 

Estaba asustada, me quedé paralizada, creí que estaba en problemas. Volteé y me encontré de frente con Alan.

 

- ¡Oh! Eres tú - exclamó Alan aliviado.

 

Nos miramos fijamente y después ambos nos fuimos acercando con cautela hasta quedar cara a cara. Los dos hablamos al mismo tiempo.

 

- Creo que te debo una disculpa - dijimos los dos al unísono

 

Nos reímos los dos al mismo tiempo.

 

- Creo que... - estaba por hablar cuando lo interrumpí.

 

- No, déjame hablar primero ¿sí? - le dije.

 

- Ok, adelante, te escucho - respondió Alan.

 

- Bueno, creo que te debo una disculpa por cómo me comporté contigo. Tienes razón, he actuado como una niña inmadura y no me había fijado en todo lo que has hecho por mí. En serio, gracias - le dije sinceramente.

 

- Yo soy el que te pide una disculpa - comenzó a hablar - Tienes razón, no sé nada de ti y no debí juzgarte ni mucho menos llamarte inmadura. Y la verdad, no creo que seas inmadura. Eres muy madura para tu edad. Además, aunque seas inmadura, me encantas. Entonces... ¿me disculpas? - dijo Alan.

 

- Te disculpo si tú aceptas mi disculpa - le dije.

 

- Disculpa aceptada - dijo Alan mientras entrelazaba sus manos con las mías y me llevaba a su salón.

 

- Es tan raro estar aquí solos, sin que nadie nos vea, ¿no hay nadie verdad? - dije acercándome a él.

 

- No, no hay nadie. Podemos hacer esto con libertad - dijo Alan mientras me tomaba de la cintura y me besaba.

 

- Sabes, he estado pensando y regresaré a tu clase - dije mientras tenía mis brazos alrededor de su cuello y él su mano en mi cintura.

 

- ¿De verdad estás dispuesta a hacerlo? ¿Podrás soportar la incomodidad a la que nos enfrentaremos? - preguntó Alan con preocupación.

 

- Puedo soportarlo. Amo la literatura y no puedo abandonarla. Creo que debemos enfrentar nuestros miedos y desafíos, no huir de ellos siempre - respondí con determinación.

 

- Entonces estoy emocionado de tenerte en mi clase todos los días. Me alegraste el día - dijo Alan sonriendo.

 

- Y tú me alegraste el mío - respondí con una sonrisa sincera.

 

- ¿Y cómo lo harás? ¿Podrás mantener la concentración conmigo alrededor profesor? - pregunté con una sonrisa coqueta.

 

- Eso espero. Pero tú también tendrás que concentrarte en la clase, no solo en mí - respondió Alan con una sonrisa correspondiente.

 

- Oh, lo intentaré. Pero no prometo nada - respondí con una risa.

 

- ¿Crees que podremos mantener nuestra relación en secreto? - pregunté con preocupación.

 

- Claro que sí. No quiero que nadie se entrometa en nuestra relación. Será nuestro pequeño secreto - respondió Alan con una sonrisa.

 

- Me gusta la idea de tener un secreto juntos - dije con una sonrisa tímida.

 

- ¿Y si alguien nos descubre? - pregunté con preocupación.

 

- No te preocupes. Si alguien nos descubre, lo enfrentaremos juntos. No dejaré que nada nos separe - respondió Alan con determinación.

 

- Me haces sentir segura y protegida - dije con una sonrisa.

 

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Capítulo 22: ¿Hoy en la noche?

 

Narra Brenda

 

Estábamos en el salón de clases de Alan, después de nuestra primera pelea de novios. Me sentía mal por haberlo lastimado, pero también estaba preocupada por mi padre y no sabía si quería volver a casa. Alan parecía entenderme y me sorprendió con una invitación.

 

- Tengo una idea para que te distraigas, y una excusa para que no vuelvas a tu casa… Te quería invitar a algo - dijo Alan con una sonrisa.

 

- ¿Ah sí? ¿Y qué es? - pregunté con curiosidad.

 

- Bueno, hace tiempo escribí un cuento para niños… lo escribí en la universidad y me pidieron leerlo porque lo van a publicar… y me gustaría que estés ahí - explicó Alan.

 

- Eso es increíble… ¿y dónde? ¿y cuándo? - pregunté emocionada.

 

- En el Café & Amor, hoy en la noche - dijo Alan.

 

- Me encantaría ir - dije entusiasmada.

 

- A mí me gustará verte ahí - dijo Alan con una sonrisa.

 

 Narra Alan

 

Después de haber invitado a Brenda al evento en el Café & Amor, me sentí aliviado. Sabía que ella estaba bajo mucha presión y que necesitaba distraerse. Además, estaba emocionado de tenerla a mi lado mientras leía mi cuento en público.

 

- ¿De verdad vendrás? - pregunté con entusiasmo.

 

- Sí, quiero acompañar a mi novio en la lectura de su cuento - dijo con una sonrisa y me plantó un beso en la boca.

 

Me sentí aliviado y emocionado al mismo tiempo. Sabía que Brenda estaba pasando por un momento difícil, y verla sonreír y disfrutar de mi lectura me hacía sentir bien. Además, su presencia me daba la seguridad que necesitaba para enfrentar al público.

 

- Me alegra mucho que vengas. Estoy seguro de que te divertiras mucho - dije mientras la besaba

 

- Estoy segura de que sí. Además, me encanta escuchar tus historias - dijo Brenda con una sonrisa.

 

Después salimos del salon de clases, Brenda y yo nos encontramos en el estacionamiento. Ella ya estaba allí esperándome, ya que había salido antes que yo. Nos saludamos con una sonrisa y nos dirigimos hacia mi auto.

 

- ¿Lista para ir al Café & Amor? - pregunté emocionado.

 

- ¡Por supuesto! - respondió Brenda con una sonrisa.

 

Narra Brenda

 

Nos subimos al auto y comenzamos nuestro camino hacia el café. Durante el viaje, hablamos sobre la presentación y nuestros planes para el futuro. Fue un momento agradable y relajado, y disfruté de la compañía de Brenda.

 

Finalmente llegamos al Café & Amor y fuimos recibidos por Ian, el amigo de Brenda que trabajaba allí. Nos llevó a nuestra mesa y nos hizo sentir bienvenidos en el ambiente acogedor del café.

 

Después de pedir nuestras bebidas, Alan comenzó a leer su cuento. Me quedé asombrada con su habilidad para contar historias, y me sumergí en su mundo de ficción. Cada palabra estaba cuidadosamente elegida, y su voz era cautivadora.

 

La historia trataba de una niña llamada Sofía, quien tenía una gran debilidad por los caramelos. Sofía tenía un frasco lleno de caramelos y se permitía comer uno al día, pero un día se levantó con ganas de comer todos los caramelos a la vez. Metió su mano en el frasco y tomó varios caramelos al mismo tiempo, pero cuando intentó sacar su mano, se quedó atascada. La moraleja de la historia es que nunca debemos tratar de abarcar más de lo que podemos manejar, ya que podemos terminar frenados.

 

Mientras Alan leía su cuento, todas mis preocupaciones desaparecieron. No podía apartar la mirada de él y no podía evitar sonreír. Cuando terminó de leer, el público comenzó a aplaudir. Luego, alguien me habló. Era un chico que no conocía, pero parecía tener la misma edad que Alan.

 

- ¿Su cuento no es tan malo como parece? - dijo el chico. - ¿Lo conoces?

 

- Sí, es mi profesor de literatura - respondí.

 

- ¡Qué bien! Yo también lo conozco. Fue mi compañero de universidad. ¿Cómo te llamas, admiradora? - dijo el chico, extendiendo su mano.

 

- Soy Brenda - dije, tomando su mano.

 

- Mucho gusto, Brenda - dijo el chico sonriendo. - Soy Matt.

 

Alan se acercó a mí y se sorprendió al ver a Matt.

 

- Hola, ¿qué haces aquí? - dijo Alan sorprendido, abrazando a Matt.

 

- Escuché que alguien iba a leer un cuento esta noche y reconocí que era el cuento que mi mejor amigo escribió en la universidad... y al parecer aquí conocí a la presidenta de tu club de fans - dijo Matt, mirándome.

 

- Mmm, ¿ustedes ya se conocen? - preguntó Alan

 

- No mucho... yo me acabo de enterar de que éramos compañeros de universidad - respondí

 

- ¿Por qué no celebramos este reencuentro con unas cervezas? Ya vuelvo, voy a buscar a una camarera - dijo Matt y se fue.

 

- Lo siento... no sabía que iba a venir, quería estar contigo - dijo Alan.

 

- No importa, no hay problema - respondí.

 

Alan entrelazó sus manos con las mías, pero rápidamente las solté cuando Matt se acercó.

 

- Traje dos cervezas y un vaso de limonada para la señorita - dijo Matt, mirándome.

 

- Gracias - dije tímidamente.

 

Comenzaron a contarme sobre su vida en la universidad, cómo se conocieron y algunas anécdotas graciosas.

 

- Voy a buscar un vaso de agua - dije.

 

- Yo voy... - dijo Matt.

 

- No te preocupes, voy yo - dije y me fui.

 

Los dos se quedaron solos en la mesa.

 

Narra Alan

 

Matt me miró seriamente y dijo:

 

-  Amigo... en serio que estás loco

 

- ¿Qué? – Nervioso, le pregunté

 

- Alan, ella es bonita e inteligente, pero no deja de ser tu alumna - me dijo con seriedad.

 

- Esto no es lo que crees – Traté de justificarme

 

Pero Matt insistió:

 

- A mí no me engañas, los vi tomarse de las manos, vi cómo te miraba ella... pero ella es tu alumna

 

Yo intenté defenderme:

 

- Pues no la conocí como mi alumna

 

Pero Matt me advirtió:

 

- ¿Y por eso crees que está bien? Cuando todo esto termine, ella se graduará, a ti te despedirán y te darán una temporada con todos los gastos pagados en la cárcel

 

Después de esa conversación, Brenda llegó y propuso jugar al pool para despejarnos un poco. Matt aceptó y nos dirigimos a la mesa.

 

- Tengo una idea - dijo Brenda sonriendo - ¿Y si jugamos al pool? - señaló la mesa - El perdedor paga unas papas fritas

 

- Me parece bien - dijo Matt sonriendo. Se levantó y se dirigió a la mesa de pool.

 

Cuando Matt se alejó un poco, Brenda se acercó a mí y susurró en mi oído:

 

- Gracias por invitarme... me estoy divirtiendo mucho

 

Le respondí con seriedad:

 

- No hay de qué -  Luego, Matt se despidió y nos fuimos a mi departamento.

 

Narra Brenda

 

- Esta noche fue muy divertida - dije sonriendo mientras entraba al departamento de Alan - Es posible que todos los universitarios se saluden sin hacerse una llave en la cabeza

 

- Cuando ingreses a la universidad, lo sabrás - respondió Alan, sacándose su chaqueta.

 

- ¿Qué pasa? – Pregunté – Has estado serio todo el camino

 

- No pasa nada... todo está bien... solo pasé la noche divirtiéndome... con una estudiante - dijo Alan, afligido.

 

- Hablas como si fuera algo malo - dije, cruzando mis brazos.

 

- Y no has pensado que tal vez esto sea peor de lo que creemos\", dijo Alan con un tono serio, sentándose en su sofá.

 

- Pero ¿por qué? ¿Acaso me comporté como una adolescente? ¿Te avergoncé? ¿Alguna vez te he avergonzado? - pregunté, sentándome en el sofá enfrente de él.

 

- No, ese no es el problema\", comenzó a hablar Alan.

 

- Entonces ¿cuál es el problema? - pregunté interrumpiéndolo - La diferencia de edad nunca fue un problema cuando estamos juntos

 

- Cuando estamos aquí, en mi departamento, solos tú y yo, todo está bien. Pero cuando salimos, todo el mundo lo nota - explicó Alan.

 

- No, solo Matt se dio cuenta – dije tomando su mano – ¿Qué sientes cuando estás conmigo? – pregunté mirándolo a los ojos.

 

- Bien... me siento bien - dijo Alan levantándose - Brenda, yo te amo... – suspiró – Me gustaría tener una cita contigo fuera de mi departamento, sin tener que verte a través de un escritorio y que me llames \'Señor Freeman\'. Quiero poder presentarte a mis amigos, y no como mi alumna. Me gustaría poder llevarte al cine, sin tener que fingir que es una excursión de estudio. Poder ir al museo, sin tener que entrar por separado y fingir que es un encuentro inesperado. Poder leer en la biblioteca juntos, sumergirnos en un buen libro, sin tener que pedirte que hagas un informe después. Cuando estoy contigo, no me importa nadie más.

 

Me acerqué con cautela y puse mis brazos alrededor de su cuello.

 

- Nos amamos... y eso es todo en lo que debemos pensar - dije mirándolo a los ojos con determinación.

 

Alan puso sus manos en mi cintura y me apretó más hacia él.

 

- Tienes razón - dijo con una sonrisa, y luego me besó con pasión.

 

Alan me tomó de la cintura y me levantó, yo apoyé mis piernas en su cadera mientras alborotaba su cabello.

 

- Eres tan hermosa - dijo Alan mientras me besaba el cuello - No puedo resistirme a ti

 

- Tú también eres hermoso - le dije sonriendo - Y eres el único hombre que me hace sentir así

 

Alan me abrazó con fuerza y me besó.

 

- Te amo, Brenda - dijo Alan acariciando mi mejilla - Eres lo mejor que me ha pasado

 

- También te amo, Alan - le dije con ternura - Eres mi todo

 

Alan me besó con pasión, mientras me tenía cargada en sus brazos.

 

- No puedo imaginar mi vida sin ti - dijo Alan con voz suave - Eres mi sol en un día gris

 

- Y tú eres mi roca - le dije hundiendo mi rostro en su cuello - Siempre estás ahí para mí, y eso significa todo para mí

 

Alan me besó en la frente y me acarició el cabello.

 

- Siempre estaré ahí para ti, mi amor - dijo Alan con seguridad - Te lo prometo

 

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Capítulo 23: Tengo miedo

 

Narra Brenda

 

- Me tengo que ir - dije mientras Alan me sostenía en sus brazos.

 

- Tienes que irte -  dijo Alan sin querer soltarme.

 

- Sí, ya es tarde - Mis padres deben estar preguntándose dónde estoy - dije mientras lo besaba.

 

- No quiero que te vayas. Me gusta que estés aquí - dijo haciendo pucheros.

 

- Tampoco quiero irme, pero nos veremos mañana - respondí.

 

- Tienes razón. Mañana es sábado y tendremos todo el día para nosotros. Tengo algo planeado para nosotros - dijo sonriendo.

 

- ¿Qué planeas? - pregunté curiosa.

 

- No te lo diré. Será una sorpresa. Solo puedo decirte que traigas ropa para nadar - dijo misterioso.

 

- Ok, señor misterioso. Nos vemos mañana - dije mientras lo besaba.

 

Alan me acompañó hasta la puerta mientras seguimos besándonos. Abrió la puerta con una mano y con la otra me sujetaba de la cintura.

 

Al día siguiente

 

- ¿Ya puedes decirme a dónde iremos? - pregunté a Alan.

 

- Aún no, pero ya falta poco - respondió.

 

Subimos a su auto con extrema precaución para que nadie pudiera reconocernos. Una vez adentro, Alan me tomó de la mano mientras con la otra conducía.

 

Durante el trayecto, Alan me miraba y sonreía. Yo estaba entusiasmada aunque no sabía adónde me llevaría, pero había algo que me preocupaba: éramos nosotros. La última vez que hablamos, me preguntó si quería ser su novia, pero como discutimos, no volvimos a hablar del tema.

 

- Bueno, llegamos - dijo Alan interrumpiendo mis pensamientos.

 

- ¿Puedo bajar ahora? - pregunté.

 

Él asintió, y yo bajé. Era hermoso, había un lago, una cabaña y estábamos en el muelle.

 

- ¿Qué es este lugar? - pregunté asombrada.

 

- No eres la única que conoce lugares lindos en Londres - respondió Alan.

 

Entramos en la cabaña y era como de cuento, como las que aparecían en las historias que me gusta leer, solo que esta vez era real.

 

Alan sacó una cesta repleta de comida, vino, frutas y algunos chocolates.

 

- Esto es lo que faltaba para ser perfecto - dijo Alan sonriendo.

 

- Esto es como un cuento de hadas - dije sonriendo - La cabaña, el lago, el príncipe

 

- Y la princesa - dijo Alan entrelazando su mano con la mía.

 

Me acerqué para besarlo, pero una llamada nos interrumpió. Era mi mamá, así que preferí mandarle un mensaje diciéndole que no iba a poder llegar a casa y que estaba con una amiga. Ya se me facilitaba mentir.

 

- ¿Vamos a nadar? - dijo Alan mientras se dirigía al lago.

 

- Creo que el agua está muy fría. No tengo muchas ganas de nadar en este momento - respondí mientras me sentaba en la orilla solo para mojar mis pies.

 

Cuando giré para ver a Alan, él se estaba quitando la camisa que llevaba. Era la primera vez que lo veía con el torso desnudo y vaya que se le notaba que había estado yendo al gimnasio. Me quedé admirándolo por un tiempo. Tenía un cuerpo muy atractivo y verlo me hacía estremecer. Hasta que reaccioné. Para entonces, Alan ya se había metido al agua.

 

- ¿Está muy fría? - pregunté.

 

- Ven a sentirla - dijo antes de jalar mis pies y meterme al agua.

 

Comencé a mover mis brazos y piernas, haciendo reír a Alan y provocando que me sostuviera más cerca de él. Nadamos un rato y después Alan se adelantó en regresar a la cabaña en busca de una toalla. Me la llevó y me acompañó de vuelta a la cabaña. Nos sentamos en el sofá por un rato. Él me rodeó con su brazo y comenzó a besar mi oreja, lo que me provocaba cosquillas. Después buscó mi boca y la besó. Sus brazos hicieron que quedáramos recostados en el sofá y Alan no dejaba de tocarme. Entonces comprendí adónde quería llegar con eso y lo detuve. La verdad es que no me sentía del todo cómoda y confieso que sentí miedo.

 

- Alan - dije mientras me sentaba.

 

- ¿Todo bien? - preguntó.

 

- Sí, sí. Solo quisiera ir a caminar al muelle antes de que se vuelva más tarde

 

Me levanté, tomé su mano y nos fuimos a caminar. El paseo se cubría de una total calma que provocó que mis pensamientos sobre el estado de nuestra relación regresaran y entonces hablé.

 

- Alan... ¿Te puedo hacer una pregunta?

 

- La que quieras - me dijo mientras se llevaba mi mano a su boca para besarla.

 

- ¿Qué somos?... tú y yo ¿Cuál es el estado de nuestra relación? La última vez me preguntaste si quería ser tu novia... pero como discutimos, no sé cómo quedamos

 

Alan comenzó a reír y eso me desconcertó.

 

- ¿Dije algo gracioso?

 

- No, no es eso. Me río porque no puedo creer tu inocencia... me das mucha ternura

 

Bajé la mirada, pero Alan delicadamente levantó mi cara, provocando que nuestras miradas se conecten.

 

- Amor... nosotros somos novios, desde que te lo propuse en ese avión y tú aceptaste... y no dejamos de serlo ni siquiera cuando estábamos distanciados... esa fue solo una discusión de novios, y lo bueno de toda discusión es la reconciliación

 

Y entonces, como si no pudiera detener mi voz, le dije:

 

- Te amo, Alan

 

- Me encanta cuando un \'te amo\' sale de tu boca... yo también te amo, mi amor

 

Luego vi que sacó una pequeña cajita de su bolsillo.

 

- Con esto lo haré oficial - dijo mientras me entregaba la caja.

 

- ¿Qué es? - dije tomando la caja.

 

- Ábrelo - dijo sonriendo.

 

Había dos cadenitas de oro en forma de corazón que tenían una frase grabada que decía \"Novios para siempre\".

 

- Brenda Brown, ¿aceptas ser mi novia... oficialmente mi novia... para siempre? Di que sí porque yo me muero porque me llames novio por siempre

 

Me quedé sin palabras, sentía como comenzaba a caer lágrimas por mi rostro. Solo pude asentir con la cabeza y lo besé.

 

Yo me volví, tomé mi cabello con las manos y él me puso la cadenita. Después, él se volteó y yo le puse la cadenita.

 

Se acercó y lentamente me daba dulces besos. Él tenía razón, los momentos que pasábamos eran perfectos. Aunque eran una locura, era una locura que después de todo seguía viviendo.

 

Llegamos al final del recorrido, dimos la vuelta y volvimos a la cabaña. Al llegar, yo me senté en el sofá y Alan hizo lo mismo, sentándose junto a mí. Jugaba con mi cabello, cuando le pregunté:

 

- ¿Qué hubiera pasado si nunca nos hubiéramos encontrado en la biblioteca? Si solo nos hubiéramos encontrado en el salón de clases, tú como mi maestro - dije tratando de formar una idea en mi mente.

 

- Bueno, solo serías una estudiante bonita sentada enfrente de mi escritorio, adelante del torpe Zack, a la cual siempre tendría curiosidad por conocer, pero sabría que estaría prohibido. Esa estudiante a la que anhelas que haga algo malo solo para retenerla en el salón, y... ¿yo? ¿Yo qué sería para ti? - dijo Alan.

 

- Para mí, serías el profesor más admirable de toda la escuela. Ese del que alguna vez en tu vida de estudiante te enamoras, ese por el cual haces cosas para llamar su atención, al cual le haces más preguntas solo para que te hable. Pero sobre todo serías... - me quedé callada un momento.

 

- ¿Sería? - preguntó.

 

- El profesor con las corbatas más feas jamás vistas - dije riendo.

 

- ¿Así? - dijo.

 

Él me tomó entre sus brazos y comenzó a hacerme cosquillas en venganza por lo que había dicho. Pronto, él ya estaba sobre mí, regresando a la posición en la que estábamos antes de que lo interrumpiera antes de ir al muelle. Y entonces mis pensamientos volvieron... Yo nunca lo había hecho. Nunca había estado con algún chico de esa manera. Y entonces me di cuenta de que no estaba lista. Me invadió un terror, a pesar de amar a Alan, ese era un gran paso. Así que me moví, haciendo que Alan se separara de mí.

 

- ¿Qué pasa? - preguntó Alan con un tono de voz algo molesto.

 

- Alan, la verdad es que yo... yo nunca lo he hecho - le dije con timidez.

 

-¿Nunca has hecho qué? - preguntó confundido.

 

- Tú sabes... nunca he estado con un chico – enfaticé – Tengo miedo... no sé si querías acostarte conmigo con esto, pero definitivamente no pasará. No eres tú, es solo que no estoy lista aún

 

- Oh, Brenda, lo siento - me dijo tomando mis manos - No sabía que te sentías así. Por supuesto que no buscaba eso, sería lindo, pero no te voy a presionar

 

Me sentí aliviada al escuchar sus palabras y lo besé. Ahora comprendía lo difícil que era decirle a alguien que aún eres virgen.

 

Continuamos hablando de otras cosas durante varias horas, sentados frente a la fogata. Sin darme cuenta, me quedé dormida en sus brazos.

 

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Capítulo 24: Sospechas

 

Narra Brenda

 

Los primeros rayos del sol acariciaban mi piel cuando desperté. Me encontraba en el sofá de la cabaña, con Alan durmiendo en la alfombra debajo de mí. Miré rápidamente mi celular: ¡eran las 7:30 am! Nunca había despertado tan tarde. Había olvidado avisarle a mi mamá que no estaría en casa. Tenía que irme, pero Alan seguía durmiendo. Se veía tan pacífico que no quería despertarlo, pero tenía que hacerlo.

 

- Alan… Alan – lo llamé, moviéndolo suavemente.

 

- ¿Qué pasa? - murmuró, aún medio dormido.

 

- Tengo que irme a casa. Seguro me han llamado mil veces. – Revisé mi celular y me sorprendió no encontrar ninguna llamada perdida. – Algo debe estar mal. Mejor me voy.

 

- Espera, tranquila – dijo Alan, sentándose -. Ayer tomé tu celular y le envié un mensaje a tu mamá haciéndome pasar por ti. No quería despertarte, te veías tan tranquila durmiendo. Le dije que estabas con una amiga que conociste en la biblioteca.

 

- ¿Una amiga? ¿Y te creyó? - pregunté, sorprendida.

 

- Sí… de hecho, pareció contenta de que hayas hecho una amiga.

 

- Eres un salvavidas, Alan. Pero creo que debería irme a casa antes de que mi mamá empiece a sospechar.

 

- Tienes razón. Recoge tus cosas, yo te llevo.

 

Recogí mi mochila y subimos a su auto.

 

- Prométeme que encontrarás la manera de que pasemos más tiempo juntos – le pedí.

 

- Lo prometo, de corazón – respondió.

 

Luego, me entregó un papel con un número de teléfono.

 

- ¿Qué es esto? - pregunté, curiosa.

 

- Es mi antiguo número. Si tu mamá pregunta con quién estuviste, dale este número. Tu \"amiga\" se encargará de todo – me guiñó el ojo –. Te conozco, sé que eres tímida y que te cuesta hacer amigos.

 

- Eres un genio – exclamé, tomando el papel. No pude resistirme y me incliné para darle un beso.

 

Al llegar a su departamento, donde siempre dejaba mi auto, me despedí de él con un beso dulce y prolongado. Luego, conduje a casa. Aún era temprano y, siendo domingo, supuse que todos estarían durmiendo, como era costumbre. Entré en silencio para no despertar a nadie, pero para mi sorpresa, mi mamá salió de la cocina. Nunca había llegado a casa tan tarde, así que esta situación era nueva para mí. Mi hermana, en cambio, estaba acostumbrada a llegar tarde.

 

- Mamá, me asustaste...

 

- ¿Dónde has estado? - preguntó, interrumpiendo mis pensamientos.

 

- Te dije en el mensaje que estaba con una amiga - respondí, tratando de sonar casual.

 

- ¿Ah sí? - preguntó, con un tono de duda en su voz.

 

- Sí, mamá, no hice nada malo... Ahora iré a tomar un baño.

 

Pensé que había superado la prueba cuando ella no dijo nada más. Pero justo cuando estaba a punto de subir las escaleras, volvió a hablar.

 

- ¿Sabes algo curioso?

 

Me detuve en seco, sin girarme para mirarla.

 

- Nunca te he visto con una amiga... Nunca ha venido ninguna chica a esta casa... ¿Puedo saber cómo se llama? ¿Dónde la conociste? - preguntó, todavía con dudas en su voz.

 

Por un momento, me quedé paralizada en el escalón, pero luego encontré la fuerza para responder.

 

- La conocí en la biblioteca, mamá. Va a otra escuela y tiene mi misma edad - respondí, intentando mantener la calma.

 

- ¿Y cómo se llama? - continuó, todavía escéptica.

 

Tomé un momento para pensar antes de responder.

 

- Se llama Nuria - dije finalmente.

 

Ella me miró fijamente y, antes de que pudiera hacer otra pregunta, tomé la delantera.

 

- ¿Qué pasa, mamá? ¿Acaso crees que soy tan patética que no puedo tener una amiga? - pregunté, notando su persistente duda.

 

- No, hija, no es eso. Solo que nunca habías llegado tarde a casa y, menos aún, sin avisar - respondió, tratando de explicar su preocupación.

 

- Bueno, es mi primera amiga. Me entusiasmé hablando con ella. Si te tranquiliza, te prometo que no volverá a pasar... o, si prefieres, puedo dejar de hablar con ella - repliqué, un poco a la defensiva.

 

- No, hija, no es eso - dijo, tratando de calmarme. - Solo quiero que la próxima vez me avises... y me gustaría mucho conocerla.

 

- Te la presentaré en otra ocasión, mamá. Pero ahora, toma - le dije, entregándole el papel con el número que Alan me había dado.

 

- ¿Qué es esto? - preguntó, tomando el papel.

 

- Es el número de Nuria - respondí. - Todavía lo tengo en papel porque no he memorizado su número.

 

Mi madre sacó su celular y marcó el número que le había entregado. Una parte de mí estaba nerviosa, no sabía qué le diría Alan cuando contestara. Ella puso el teléfono en altavoz y decidí quedarme a escuchar.

 

- Hola... ¿eres Nuria? Soy la mamá de Brenda - dijo mi madre por el celular.

 

- Hola, señora. Sí, soy Nuria - respondió Alan, afinando su voz para sonar más femenina.

 

Estuvieron hablando un buen rato. Al principio, mi mamá parecía dudar, pero no sé cómo, Alan logró convencerla. Yo estaba intentando contener la risa. Cuando finalmente colgaron, mi mamá me pidió disculpas y me retiré a mi habitación.

 

Inmediatamente llamé a Alan por celular.

 

- Eres un genio, no sé cómo lo hiciste, pero mi mamá se lo creyó... bueno, dudó al principio, pero al final se lo creyó - dije, riendo.

 

- Por ti, haría cualquier cosa... y ahora tenemos una coartada - respondió, también riendo.

 

- Te amo - le dije.

 

- Yo te amo más - respondió.

 

Continuamos hablando un rato más y, luego, colgamos al mismo tiempo. Después, me metí a bañar y el resto del día transcurrió con normalidad.

 

Al día siguiente, me levanté temprano como de costumbre, realicé mis tareas en casa y me dirigí a la escuela. Las horas pasaban y durante el receso me encontré con Anabela. Conversamos un rato y me sorprendió cuánto teníamos en común, incluso compartíamos varias clases. Creo que finalmente había encontrado una amiga. Nos despedimos, ella se dirigió a la biblioteca a buscar unos libros, y yo me encaminé al salón de Alan, asegurándome de que nadie me viera entrar.

 

- Hola - saludé.

 

- Brenda, te ves hermosa hoy - me elogió.

 

- Gracias, profesor. Solo pasaba para desearle un buen día - respondí.

 

- Solo con ver tu sonrisa, mi día ya es perfecto - dijo, tomando mi mano.

 

Sonreí, pero entonces alguien golpeó la puerta: era Melody.

 

- Siento interrumpir - dijo ella.

 

Me quedé paralizada, totalmente pálida, y rápidamente retiré mi mano de la de Alan.

 

- Disculpen, ¿interrumpí algo? - preguntó.

 

- Ok, profesor Freeman, entonces, ¿así será la tarea, verdad? - dije, intentando actuar con normalidad.

 

- Sí, señorita. Si tiene alguna duda, no dude en consultarme - respondió Alan, antes de dirigirse a Melody. - No, señorita, no interrumpe nada. ¿En qué puedo ayudarla?

 

Comencé a caminar hacia la salida, fingiendo que todo estaba normal.

 

- No, disculpe, profesor. Me equivoqué de salón. Buscaba el de historia. Lo siento, de verdad - se disculpó Melody.

 

Salí de allí casi corriendo, para evitar que Melody me alcanzara y comenzara a molestarme. Me escondí en un salón que parecía estar desocupado, hasta que ella pasó y pude continuar mi camino.

 

- Estuvo cerca, ¿no? - dijo Alan, apareciendo detrás de mí.

 

- ¿Qué haces aquí? ¿De dónde saliste? - pregunté, sobresaltada.

 

- Existen rutas en este instituto que los alumnos nunca conocerán - respondió.

 

- Alan, debemos ser más discretos. Alguien puede darse cuenta.

 

- Lo sé, pero es que estoy tan feliz de que seas mi novia.

 

- Sí, para mí también es hermoso llamarte novio.

 

Alan se acercaba a besarme, pero yo me retiré. No quería que nos vieran juntos en la escuela, especialmente después de que Melody nos interrumpiera en el salón de clase. Aunque Alan era mi novio, debíamos ser más discretos. Sabía que él estaba tan feliz como yo de estar juntos, pero teníamos que ser cuidadosos.

 

- Pero aquí no - dije, alejándome de Alan.

 

- Siempre me dejas así, te veo después \'Alumna\' - dijo Alan con una sonrisa antes de alejarse, dejando el lugar impregnado con su perfume.

 

Tenía una hora libre debido a la falta de un profesor, así que decidí ir al café & amor. Llegué sonriendo como una estúpida y me encontré con Ian.

 

- ¿Cómo estás, señorita angustia? - dijo Ian.

 

- Feliz - dije sonriendo.

 

Ian no quiso entrar en detalles y se quedó a desayunar conmigo. Resulta que también tenía un tiempo libre en su trabajo y reíamos de tonterías.

 

- Me tengo que ir, ¿te veo más tarde? - pregunté.

 

- Lo siento, hoy no puedo... es que tengo entrenamiento de fútbol - dijo Ian.

 

- ¡¿Lograste entrar al equipo?!!! ¡¡¡¿Por fin?!!! - exclamé emocionada.

 

Ian solo sonrió y yo seguí hablando. Le di un abrazo sin darme cuenta de que Alan acababa de entrar al café & amor. Noté que me estaba observando y, al soltarlo, vi la cara de celoso que tenía Alan. Él notó que yo lo miraba y salió del lugar.

 

- Bueno, Ian, después de este dulce momento me iré a mi clase. Adiós y suerte - dije.

 

- \"Gracias y adiós - dijo Ian, tan expresivo como siempre.

 

Seguí caminando, detrás de Alan, y decidí mandarle un mensaje.

 

Solo te quiero a ti... celoso - escribí en mi celular

 

Alan giró y me vio, soltó una risa y comenzó a escribir directo en su celular.

 

Te gusta provocarme... Te amo - respondió.

 

Caminé rápido y lo rebasé. Cuando pasé junto a él, le susurré:

 

- Yo más...

 

Entré a mi salón y las demás clases siguieron hasta que el día en la escuela terminó. Al llegar a casa, me di cuenta de que había olvidado unos libros en la escuela. Era la primera vez que me pasaba, ya que nunca olvidaba nada en la escuela. Pero ahora, Alan absorbía toda mi concentración.

 

Al salir de la biblioteca y pasar por mi casillero, noté que alguien estaba parado en la puerta. Cuando me acerqué, vi que era Melody.

 

- Brenda - dijo con una sonrisa falsa.

 

- Melody - respondí, tratando de ser amable.

 

- Qué bueno que te veo, quería preguntarte algo - dijo.

 

- Lo siento, ahora no tengo tiempo - dije, tratando de evitarla.

 

- Ay, vamos, es solo una pregunta. ¿Es que no puedo pedir tu ayuda? - insistió.

 

- Está bien, Melody, ¿qué quieres? - cedí, sabiendo que no me dejaría en paz.

 

- Bueno, quería saber cómo puedo hacer para entrar a la clase del profesor Freeman - dijo, guiñándome un ojo.

 

- ¿Y por qué no se lo preguntas a él? - sugerí.

 

- Porque sé que tú me puedes obtener mejor información. Tú sabes de lo que hablo - dijo con una sonrisa maliciosa.

 

- No sé a qué te refieres - dije, tratando de no darle más pistas.

 

- ¿Yo? Yo no trato de decir nada. Creo que es más que claro, ¿no? - dijo, insinuando algo que no entendía.

 

- Pues no lo es. No sé qué insinúas, pero si tanto quieres saber de su clase, ve y pregúntaselo a él, ¿ok? - respondí, tratando de ser firme.

 

Comencé a caminar hacia la salida, pero ella no dejaba de hablar.

 

- De todas maneras, creo que él te eligió como su “Alumna Favorita”, ¿no? - dijo, con una risa burlona.

 

Estaba súper nerviosa y enojada. Quería regresar y patearle en la boca para que se callara, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas. Así que mejor me contuve y seguí caminando como si no la hubiera escuchado.