Zarpando desde el puerto de mi océano
nebuloso y olvidado,
atracaré en las costas seductoras de tu cuerpo,
cual Sir Francis Drake, pirata de tu mar azul Caribe enamorado,
derribaré tus murallas, las murallas de tu silencio,
que son vuestro reino de leyenda,
de magia e inquisición
Reino de calles empedradas que hasta tu portal conducen,
para en serenata de acordeones despertarte,
mientras con timidez asomas por tu balcón de flores,
a la luz del farol tu hermosura,
que de temprana brisa marina, recibe caricias
Préstame la nube de la cual bajaste del cielo,
para subir hasta tu lecho, y en veloz rapto
hacerte mía, mi Helena de Troya
que, aunque por herejía mi amor sea tomado,
libraría mil guerras por estar a tu lado,
¡ que sediento estoy del brebaje de tus labios mulata mía!
Heme aquí en tu corralito de piedra
ostentando los pendones de mi conquista,
que de tu tierra de ojos negros
me has declarado Señor y dueño