Luis Roberto Otero

Cuando Zeus muera

 

Ladraré sollozos y delirios
del padre del Olimpo.


Dejaré de percibir descendencia;
ya su hija Ilitía trasciende en su manada.
Ares, ese maldito, ofrecerá la vida
por sentir sangre en su filoso colmillo.
Las musas perderán belleza,
pues su padre estará muerto.

No sonreiré cuando sea occiso,
mucho menos lloraré su partida.
Las vivencias de los dioses
mueren con la mortalidad de los canes.

Cuando Zeus muera, no sentiré nada,
solo el alivio de no sufrirlo enfermo,
de no percibir su nulo respirar.
Su rayo pierde luminiscencia en los astros.

Zeus ha muerto,
ignorante inocencia que al infante acecha,
una pizca salada inunda las fosas,
llenó el Tártaro con ratas y titanes.

Hace tantos cielos que ha muerto,
ascendiendo en el nulo sufrimiento
que ni pizca en latidos tuvo.

Zeus, un canino, un amigo se ha ido,
un alma ha librado,
un pobre niño
sin lágrimas ha llorado.