AMOR:
la ciega madrugada otea desde su cénit
mi alma entristecida
llamándome a la melancolía;
el reloj, con su penetrante caminar,
me llama al recuerdo,
y el recuerdo,
como una aurora clandestina,
con su autoridad nefasta,
me llama a tu presencia.
Yo cierro los ojos
y me lleno de oscuridad nocturna
deseando entregarme a sus placeres,
mas mi ser entero se ilumina
con una estrella radiante
que en mi cielo mendigo de luz
ha aparecido: tu recuerdo idolatrado.
Entonces soy tan tuyo como
del mar es la ola,
como del corazón es la sangre,
como el amor es del alma …
pero en adiós te conviertes,
y te vas alejándote
como el presente del pasado,
mientras en mi firmamento
otra vez aparece
la ruin oscuridad rodeándome,
inmovilizándome
con su canto callado,
y al creerte perdida,
me ofrezco al sueño,
único capaz de hacerme
olvidar mi desconsuelo.