jvnavarro

EL POZO DE LOS DESEOS

No me he ido y ahora les cuento.
De lo que quiero decir,
por allí  está el pozo aquel de otros días
sin agua
y
las caballerías y el ganado formando parte de algún muestrario
de huesos,
bajo la faz de la tierra en mitad del polvo.

Nada será
de aquellos mis días,
por descontado de las noches,
por esos lugares de mi otra vida
hay poco de esto.

Un cantar es solo eso,
se me murió un pájaro
en mis manos eran  plumas y huesos
y ahora que vuelvo
al pozo de mis adentros
quiero saber que pasa
si echo una moneda dentro.

Los pobres de los parques 
no tienen más pozos ni más deseos
que los que surgen de las botellas de alcohol
que consumen en los días
en que se sienten arrebatados por los recelos,
de una muerte entre cipreses a la luz del cielo,
con mortaja un saco de hilo de algodón viejo.

Andando por los suburbios de los viejos versos
hallé uno con muchos fundamentos,
hablaba de la vida 
y de los muertos sin miedo,
entre ellos los pobres del mundo entero,
presumiendo de sus ligerezas
ante las palomas sujetas con sus garras
a las farolas y a los postes de cemento,
de las avenidas por las que transitan los pensamientos,
de quienes ya el alma fría
y el cerebro congelado por el silencio,
se saben condenados a un infructífero en el inframundo destierro.