Entre besos y suspiros abrigados al sol,
rápidos como centellas entre esperanzas y alegrías,
se han ido los meses y los años como un soplo a la deriva,
sin embargo el alma suspira, por un tiempo que ya ha partido.
Las vivencias de la existencia van cicatrizando la piel,
nos enseña a sofocar en el mar del olvido los recuerdos,
como ráfaga que lleva el viento aun palpitan los corazones,
cómo duele esa daga incrustada en los suspiros del pasado.
Aunque la melancolía nos visita sin aviso,
en la profundidad de los lagos, surge la nostalgia,
igual que las aves migratorias en busca de su hogar,
claman por los momentos perdidos que ya no regresan.
No hay lugar para retroceder en el tiempo,
es tarde para arrancarle un susurro al viento,
solo nos queda acariciar la añoranza con palabras,