Ya soy presa del bragado aburrimiento
y el avisado disgusto que acarrea.
Me he calzado sus botines y abrazado
a él, en una bravata para adiestrarme
a mi mismo en la guerra contra la escasez
de vida,
contra la penuria del corazón dormido
y contra la abstemia del exceso.
Sólo la música intercede por mí,
sonando divertida por encima de mi laxitud.
¡ Dios mío, mañana será idéntico al de hoy !
¡ Los boyeros del aburrimiento
me dirigirán con su garrocha,
por los campos donde brama el hastío ¡