Cuando mi pensamiento ahogado
en mi memoria despertó del letargo
que subyace en mis recuerdos dorados
de mi adolescencia concupiscente
en aquel monte de vides rodeado.
Ahuyenté de mi el destino
polvoriento y mísero
que la dichosa vida me tenía predestinado
en aquel valle de pétalos rojos
y colores ocres mezclados con blanco nieve.
Mi futuro se tornó río cristalino
monte de cerezos y alma paseando por los jardines
de la felicidad y el deseo.
Corazón latiendo al compás
de un amor que me cautivó el ser
deslizando mi conciencia
hacia caminos paradisíacos
llenos de zurrones edulcorados
con los mejores deseos divinos.
Ese momento ínfimo en el tiempo
como se viene la vida y la muerte
cambió diametralmente mi suerte
siendo paraíso en vez de infierno
Opulencia en vez de necesidad
risa en vez de llanto
caminar en un tren de flores
en vez de un cadalso defenestrado.