El día gris invita a pocas cosas,
quizás a ver pasar el tiempo sin moverse
mientras miras a las nubes
que anidan en el cielo
y piensas cosas raras,
como, por ejemplo,
en su soltería.
Y es que las nubes son cortinas
y gasas de algodón sueltas y solteras,
que se agrupan y disgregan,
que bailan y desaparecen en el infinito
y hasta rasgan la túnica sagrada del horizonte
sin decir una palabra
y se escapan, a otras tierras
y a otros mundos diferentes.
Día gris en el que alma se estremece
y piensa en ti.
En tu sonrisa temblorosa y de cristal,
en tus ojos susurrantes y febriles
cuando invocan un \"te quiero\",
en tus brazos delicados,
y muñecas que hoy reposan en mi pecho,
en tus manos, con los dedos
que escribieron unos versos,
en mi alma...
Día gris en que se agrupan los recuerdos
y los sueños y tú estás,
aunque estés lejos,
enviando tu sonrisa a mis pupilas
desde el cielo.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/01/24