Malos augurios.
No preguntes,
es un secreto para el mundo.
Se alejan los suspiros
de un poetastro nictálope
metido en una hornacina
bebiendo de un trago el tiempo
para olvidar el final.
Muros que observan
sustentando los miedos,
intentando retener
en la memoria
a las personas amables
para compensar la balanza,
colmada de hollín
en su mitad medianera
de clavos torcidos,
apaciguando a la vida
para que no crezca la negrura.