14 octubre 2004
Le amo en una palabra sin significado,
en la exigüidad de mis labios al pronunciarla cuando me abrazo a la imaginación donde vive su voz ya expirada. Deshilacho mi memoria en hebras y con ellas tapizo a mis recuerdos heridos, mientras canto su historia a la vida en un eco que hace vacío a mi corazón. Quizá de él solo me queda una canción en la solfa de mis días bordados, con el telar de mis insomnios donde sobreviven aún los claveles de su sepulcro. Hace seis años partió en la madrugada de mis ojos, desde entonces mis sueños callaron y mi sonrisa se volvió cera derretida, porque aún en la oscuridad…
me pregunto por mi papá.
Clavel rojo
Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados