Almohade

Una tarde cualquiera

Me gusta mirar cada tarde

por la parte de afuera de la mirilla

allá dónde la puerta verde

se incrusta en la roca,

y al igual que en una cueva,

se calienta

mi gabardina de invierno.

Que cosas tengo cuando escribo

mientras, miro aquel gato cazador

al que tú y yo solíamos perseguir

cuando los palomos de colores

montaban a las palomas

sobre los tejados llenos de hojarascas

con ese ocre reflejado en los charcos

arruinados.

Era una tarde cualquiera

y hoy te fuiste de nosotros.

lo más triste fue quedarme

sólo y sin ti.